Materiales para el estudio del Sintoísmo

SINTOÍSMO PREHISTÓRICO

Los etnólogos están de acuerdo en que el elemento predominante de la raza japonesa llegó a Japón a través de Corea, desde la parte del continente asiático que se encuentra al norte de China, seguramente en sucesivos movimientos migratorios que se prolongaron a lo largo de varios siglos. Resulta inútil especular acerca de las rudimentales creencias religiosas que pudieron llevar consigo desde su punto de origen continental los ancestros de la raza japonesa. El culto al Sol ha sido durante mucho tiempo un rasgo definitorio de las religiones tártaras, entre las cuales se encuentra el sintoísmo; sin embargo, tal coincidencia no demuestra nada, puesto que este culto es universal entre los pueblos de las etapas bárbaras de civilización. Resulta complicado afirmar o negar una posible influencia de la antiguo religión de estado china -que es, esencialmente, un culto a la naturaleza- en el primitivo desarrollo del sintoísmo. La circunstancia de que el Sol es la principal deidad de este, mientras que para los chinos es el Cielo, contradice tal suposición. Tampoco hay nada en Japón que se corresponda con el Shangti (el Dios supremo) de los antiguos chinos. Hay en el sintoísmo indicios claros de un elemento coreano. Un Kara-no-Kami (Dios de Kara, en Corea) que era venerado en el Palacio imperial. Existían, además, numerosos santuarios en honor de Kara-Kuni-Idate-no-Kami. Susa-no-Wo y Futsunushi presentan correspondencias coreanas.

Hasta principios del siglo V de nuestra era, la escritura era prácticamente desconocida en Japón. Sin embargo, también es cierto que un cuerpo bastante considerable de mitos, junto a rituales formalizados, habían sido transmitidos de generación en generación por los Nakatomi y los Imbe, dos corporaciones sacerdotales de carácter hereditario en la corte del mikado. También se tienen noticias de las kataribe, grupo de recitadoras establecidas en diversas provincias, especialmente en Idzumo, centro antiguo del culto sintoísta. Se mencionan en el Nihongi, datado hacia el 464 d.C. y seguían activas en el siglo XV. Desgraciadamente, poco sabemos de ellas, más allá de que estuvieron presentes en la capital, donde recitaban sus «palabras antiguas», con motivo de la coronación del mikado. Han debido de ser estas las que proporcionaron material para las narraciones escritas míticas y pseudohistóricas que han llegado hasta nosotros.

KOJIKI. El más antiguo de tales documentos es una obra titulada Kojiki, o Registros de asuntos antiguos. Se compiló por orden imperial y se concluyó en el año 712 d.C. En su prefacio se afirma que fue copiada desde la voz de un tal Hiyeda-no-Are, cuya memoria era tan prodigiosa que podía «repetir con sus labios cualquier cosa que era puesta ante sus ojos y grabar en su corazón aquello que llegaba a sus oídos». Los lectores interesados pueden estudiar esta obra en una traducción exacta al inglés realizada por B.H. Chamberlain para Transactions of the Asiatic Society of Japan, en 1882, precedida de una valiosa introducción.

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About lamansiondelgaviero

Escritor y amante de la literatura. Obras publicadas en kindle: "Realismo mágico y soledad, la narrativa de Haruki Murakami", "Castillos entre niebla", "Amadís de Gaula, adaptación", "El tiempo en el rostro, un libro de poesía", Álvaro Mutis, poesía y aventura", "Edición y estudio de Visto y Soñado de Luis Valera" y mis últimas publicaciones "Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera", "El Tarot de los Iluminadores de la Edad Media. Traducción de Hugo de Roccanera", La gran conquista de ultramar, versión modernizada en cuatro volúmenes.
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