RENACIMIENTO DEL SINTOÍSMO PURO.

(Del Libro «Sintoísmo el Camino de los Dioses». Fragmento del Capítulo XIV. Decadencia del Sintoísmo. Sus sectas modernas).

Portada libro Sintoísmo (El camio de los Dioses)

RENACIMIENTO DEL SINTOÍSMO PURO. El siglo XVII fue testigo de un gran renacimiento del aprendizaje del chino en Japón. Abarcó no solo el estudio renovado de los clásicos antiguos de Confucio y Mencio, sino también los escritos filosóficos de Chu-hi y otros escritores escépticos de la dinastía Sung (960-1278). Los samuráis, o casta gobernante de la nación, se dedicaron a estos estudios con asombroso celo y entusiasmo, con gran descuido del budismo, que de aquí en adelante se dejó sobre todo para la gente común. Este movimiento alcanzó su momento culminante en el siglo XVIII, cuando se produjo una reacción. Kada, Mabuchi y otros eruditos patrióticos, resentidos por la preponderancia indebida permitida al pensamiento chino, hicieron todo lo posible, por medio de tratados de comentarios y exégesis, para llamar la atención hacia los monumentos de la literatura antigua nacional como el Kojiki, el Nihongi y el Manyôshiu, que habían sido descuidados durante tanto tiempo y que, en parte eran ininteligibles, incluso para los hombres que habían recibido una buena educación. Bajo su discípulo y sucesor, Motoöri (1730-1801) este movimiento asumió un carácter religioso. Sus prejuicios patrióticos hacían que sintiesen como una ofensa los elementos extranjeros que encontraban en el ryôbu y otras formas prevalecientes del sintoísmo, mientras que la doctrina del Sung de un «Gran Absoluto» no sólo les resultaba odiosa a causa de lo ajeno de su origen, sino porque fracasaba en satisfacer el hambre de un alma por un objeto de culto más personal. Por lo tanto, volvió a la forma más antigua del sintoísmo. A su propagación, mediante conferencias y libros, dedicó muchos años de su vida y no sin éxito. Tuvo numerosos seguidores entre las clases más educadas.

Grafico del Libro «Sintoísmo, el camino de los Dioses».

La obra principal de Motoöri es el Kojiki-den, un comentario sobre el Kojiki, en el que no pierde ninguna oportunidad de atacar todo lo chino y de exaltar las antiguas costumbres japonesas, el idioma y la religión con un espíritu de ardiente e indiscriminado patriotismo. Parece haber estado completamente ciego al hecho de que las religiones y filosofías exóticas, cuya intrusión en el sintoísmo hacían que estuviese amargamente resentido, contienen elementos mucho más valiosos para la humanidad que el ritual del Yengishiki y los mitos del viejo mundo del Kojiki.

Su discípulo Hirata (1776-1843) fue menos literato y más teólogo que su maestro. Durante su extensa vida, escribió numerosos libros que alcanzan cientos de volúmenes, y pronunció innumerables conferencias, insistiendo en la reivindicación del antiguo sintoísmo. Sus enseñanzas fueron tan exitosas que, al final, atrajeron sobre él la atención del gobierno del Sogún, quien, al descubrir que su propia autoridad estaba siendo socavada, por la preeminencia otorgada a los derechos soberanos de iure de los descendientes de la Diosa del Sol, prohibió sus conferencias y lo desterró de su provincia natal de Dewa. Los prejuicios anti-extranjeros de Hirata no le impidieron creer en la inmortalidad del alma, doctrina de origen budista, o de tomar prestado de China un culto a los antepasados muy diferente de cualquier elemento que esté en el sintoísmo. Adoptó el mandamiento chino de «piedad filial» y realizó extenuantes, pero inútiles, esfuerzos para encontrar apoyos de tales elementos en el Kojiki y en el Nihongi. Aunque dice que los kami detestan el budismo porque nos enseña a abandonar al señor y al padre, a la esposa y al hijo, por lo tanto es destructivo de la moralidad, porque aquellos que son sus seguidores son mendigos inmundos, que se jactan de usar harapos desechados y comer alimentos que les son entregados en caridad, por otra parte, van tan lejos como para admitir a Buda en su panteón sintoísta, con la condición de que se contente con un puesto de condición inferior. Acepta tácitamente el código moral de China, mientras que protesta de que tales cosas son innecesarias, ya que estamos dotados por la naturaleza de intuición respecto al conocimiento del bien y del mal.

La agitación producida por el renacimiento del sintoísmo puro supuso un movimiento retrógrado , que sólo podía concluir en fracaso. Sin embargo, contribuyó. Sustancialmente a la revolución política que en 1868 trajo consigo la restauración del Mikado a una posición soberana, resultado lógico de las enseñanzas de Motoöri y Hirata. La reforma sintoísta, en las mismas fechas, también se debió a su influencia, cuando los sacerdotes budistas fueron separados de los santuarios de ryôbu y, después se efectuó una purificación de rituales y ornamentos. Para obtener una visión completa del renacimiento del sintoísmo puro se pueden consultar los artículos de sir E. Satow en sus contribuciones al T.A.S.J. de 1875; nuestros conocimientos del sintoísmo datan de esta época.

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Escritor y amante de la literatura. Obras publicadas en kindle: "Realismo mágico y soledad, la narrativa de Haruki Murakami", "Castillos entre niebla", "Amadís de Gaula, adaptación", "El tiempo en el rostro, un libro de poesía", Álvaro Mutis, poesía y aventura", "Edición y estudio de Visto y Soñado de Luis Valera" y mis últimas publicaciones "Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera", "El Tarot de los Iluminadores de la Edad Media. Traducción de Hugo de Roccanera", La gran conquista de ultramar, versión modernizada en cuatro volúmenes.
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