El mester de clerecía
En buena medida, la denominación de este movimiento literario (y puede reconocerse como tal porque hay una clara voluntad de asimilarse a una definición muy concreta de la literatura por parte de sus autores) procede del mismo Libro de Alexandre, de la famosa cuaderna, segunda estrofa, que dice
«Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
mester es sin pecado, ca es de clerecía,
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas, ca es grant maestría».
Versos de los que se deducen varias características del Mester de Clerecía; primero, una proclamada voluntad de separación de otro tipo de literatura (¿conseguida?) como es el oficio de los juglares; segundo, su relación con una visión del mundo desde lo religioso, característico del teocentrismo medieval; y tercero, la estructura métrica a la que se da el nombre de cuaderna vía, que supone una evidente voluntad de estructura versal frente a la irregularidad (¿aparente?) de los poemas recitados por los juglares, todo ello desde la afirmación de la maestría que supone.
Más allá de la utilización de unas técnicas métricas concretas, el corpus del mester de clerecía está formado por poemas narrativos extensos, entre los que hay que destacar las hagiografías de Gonzalo de Berceo, el Libro de Apolonio y el Libro de Alexandre, todos ellos ubicados cronológicamente en la primera mitad del siglo XIII.
En la Edad Media, entre los siglo XII y XIII, se puede dividir la literatura en tres categorías bien definidas: la literatura popular profundamente arraigada en el vivir cotidiano; la épica del mester de juglaría y el mester de clerecía. Este último nace, sobre todo, a partir del renacimiento cultural que se produce en el siglo XII. Este será el tercero medieval, el primero fue en la corte de Carlomagno; el segundo, en la Córdoba califal. Con él se marcaría una visión del mundo diferente a lo que podemos encontrar, por ejemplo, en el Cantar de mío Cid.
En ese momento surgen las primeras universidades cristianas, se desarrollan las ciudades, se abren las relaciones con Oriente desde las Cruzadas, por las rutas comerciales y por los contactos con la España andalusí; hay un refinamiento de la nobleza, sobre todo por la influencia de la teoría del Amor cortés. No olvidemos la interrelación de culturas a través de las traducciones del árabe, hebreo y latín gracias a las cuales van a llegar a Europa tradiciones tan lejanas como la India (Sendebar, Calila e Dimna). Casi todos estos rasgos en un principio son del ámbito cristiano transpirenaico, no se desarrollarán en la Península Ibérica hasta el siglo XIII. En Palencia, entre 1208 y 1214 se crea la primera universidad cristiana del territorio castellano. Es muy posible que el desconocido autor del Libro de Alexandre estuviese relacionado con ella. Sucede algo parecido con el arte. El Gótico, que en Francia florece en torno a 1140, en España no encontró sus primeras manifestaciones hasta la segunda década del siglo XIII.
No es a causa de fronteras cerradas por la que se produce ese tardío desarrollo hispánico. Tengamos en cuenta que los intercambios culturales con Francia son muy frecuentes a lo largo de los siglo XI y XII. El Camino de Santiago y la participación de cruzados franceses en la lucha contra los musulmanes en la zona de Aragón; Provenza, los Cátaros, como súbditos del rey de Aragón. La causa de esa tardanza, más hay que buscarla en el enfrentamiento contra Al-Ándalus, especialmente a partir del momento en que se producen las invasiones norteafricanas, primero los almorávides, después los almohades cuya derrota en 1212 en la batalla de Las Navas de Tolosa, marca el declive político, sólo político, de lo islámico en la Península Ibérica.

























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