
Eclesiastés. Una lección de Literatura Universal
Pasarán los años y ojalá no sean vanidad,
como dijo Qohelet.
Que no sea tu tiempo un mero transcurrir,
de horas perdidas en sillón soñoliento,
quizá viendo cruzar imágenes y ruidos
que, ni de lejos, se acercan
a los que vio en la caverna el hombre
de Platón, pues en él, al menos, hubo fuego.
Que no descubras, más allá de la mitad del camino
que han pasado las horas
y no recuerdas, siquiera, la voluntad de vivir,
de aceptar el perpetuo retorno
o lo que quiera que sea la eternidad,
si hay lucha en cada instante, existes por siempre.
Que tu viaje, dijo Cavafis, sea largo
pero que tus experiencias no sean tan efímeras
como la vida vacía.
Lee la Odisea de Casandsakis,
y siente esa voluntad de Nietzsche,
Buda, Lenin y Cristo
palpitar como fuego en tus venas
y vive, pero de verdad.























