Libro de Alejandro Magno, Rey de Macedonia y Persia.

Alejandro Magno

Cuando en 404 a.C. terminó la guerra del Peloponeso, que había enfrentado a las principales potencias de Grecia, muchos fueron los guerreros que al ser desmovilizados decidieron alistarse como mercenarios contratados por Ciro el Joven, enfrentado a su hermano, el rey de Persia Artejerjes II. Este ejército consiguió llegar hasta cerca de Babilonia, pero Ciro murió en batalla y los mercenarios griegos comenzaron el regreso hacia su tierra, narrado desde la épica por Jenofonte en La retirada de los diez mil. Hasta aquel momento, las guerras médicas, que habían enfrentado a Occidente y Oriente por primera vez (por desgracia, en ello seguimos) se habían solventado en territorio griego. Con la expedición de los Diez Mil comienza a trazarse una ruta que años después seguiría Alejandro, rey de Macedonia y conquistador del Imperio Persa. En el año 395 a.C., el espartano Agesilao, ante la evidente debilidad de los persas, invade Asia Menor y los derrota en la batalla de Sardes; pero Persia recurrió al oro utilizado para sobornar a los propios griegos que organizaron una liga antiespartana con Atenas y Tebas a su cabeza. Agesilao, nueve años después, tiene que concertar la paz de Antálcidas y regresar a su tierra.

Tebas deseaba controlar la región de Beocia, pero Esparta no estaba dispuesta a tal expansión, así que invadió Tebas y entregó el gobierno a la aristocracia proespartana; sin embargo en el 379 a.C., Pelópidas liberó Tebas del sometimiento político a Esparta. Pelópidas dirigió una victoriosa campaña hacia el norte, a Tesalia y Macedonia, de allí volvió con un rehén, el príncipe Filipo, todavía niño. El ejército tebano, a las órdenes de Epaminondas, en 371 a.C., derrotó a los espartanos en la batalla de Leuctra; esta supuso el derrumbe del prestigio militar espartano. Así los tebanos alcanzaron su mayor poderío, hasta el punto de entrar en la misma Esparta; sin embargo, Epaminondas cayó en combate en el 362 a.C. cerca de Mantinea. También había muerto Pelópidas. Y así, a mediados del siglo IV a.C., Grecia queda organizada en tres principales núcleos políticos: Esparta, que seguía dirigiendo la Liga del Peloponeso, Atenas, orientada hacia el poderío naval, y Tebas, que dominaba Beocia.

Es en este momento cuando Macedonia, dirigida por Filipo II, que había sido educado por Epaminondas, comienza a desarrollarse como una potencia; en un principio, despreciada por los griegos que consideraban a sus habitantes como bárbaros, aunque su lengua era un dialecto del griego. Filipo subió al trono en el 359 a.C., una de sus primeras acciones, en las que se ven claras sus intenciones, es mejorar su ejército. Organizó una potente caballería, integrada por jóvenes de la aristocracia, los hetairoi, o compañeros; y la infantería formada por los hoplitas que constituirían las falanges macedonias, instrumento básico en las victorias de Alejandro.

Filipo II dirigió sus primeros esfuerzos militares hacia el norte de su territorio; derrotó a los ilirios, se apoderó de los yacimientos auríferos de Tracia y acabó invadiendo diversas ciudades que habían pertenecido a la liga ateniense durante la Guerra del Peloponeso. Los estados griegos, pese a las advertencias del que fue uno de los mayores oradores de su tiempo, Demóstenes, no se organizaron contra el poder de Macedonia y cuando lo intentaron, ya fue tarde, pues los aliados tebanos y atenienses fueron derrotados en el 338 a.C. en la batalla de Queronea, en la cual el joven príncipe Alejandro dirigía la caballería de los hetairoi. La situación en Grecia cambió de un modo radical con esta victoria macedonia.

Fue fundada la Liga de Corinto, de la que Filipo sería nombrado hegemón, jefe militar. Esparta no participó en ella. En teoría, cada estado mantenía su independencia; la realidad: Macedonia controlaba Grecia con la excusa de organizar una campaña contra Persia. Pero el 336 a.C., Filipo II fue asesinado en Pella, la capital de su reino. Buena parte de Grecia imaginó que había llegado el momento de recuperar su libertad. Es entonces cuando se manifestó la personalidad del hijo de Filipo, Alejandro.

El rey Alejandro dominó, en primer lugar a los opositores en Macedonia; hizo frente a los levantamientos de las tribus montañesas en sus fronteras y, posteriormente, se dirigió a Tebas para exigir su sumisión. La ciudad fue arrasada. Se reestableció la Liga de Corinto y en el año 335 a.C., comenzó la campaña militar contra Persia.

El ejército macedonio y griego cruzó el Helesponto. En Asia Menor, Alejandro rindió honores ante la tumba de Aquiles. Alcanzó la primera victoria contra los persas cerca del río Gránico; entraron en la ciudad de Sardes, donde consiguieron un buen botín. El rey persa, Darío III se enfrentó a ellos y fue derrotado en la batalla de Isso en 333 a.C., allí cayó presa la familia del propio soberano.

El ejército de Alejandro hubiese podido avanzar hacia el corazón del Imperio; pero dirigió su esfuerzo a adueñarse de las principales ciudades costeras de Siria. En Tiro se encontró con una fuerte resistencia. Siguió hacia Jerusalén, Gaza y Egipto; aquí fue recibido en el 332 a.C. como un libertador y tratado como un descendiente de los dioses. En la desembocadura del Nilo fue fundada Alejandría, ciudad que acabaría siendo elegida como su morada final.

En el 331 a.C., Alejandro avanzó hacia Persia. Los ejércitos se enfrentaron en la llanura de Arbela o Gaugamela. De nuevo, Darío III fue derrotado; consiguió huir. Los griegos siguieron hasta Babilonia, Susa y Persépolis, ciudad que fue arrasada como venganza por tantos años de sometimiento y como estrategia de borrar las raíces culturales de un pueblo conquistado. Darío se había refugiado en Ecbatana, antigua capital de Media. Alejandro comenzó su persecución, aunque sólo llegaría a encontrar su cadáver, pues el soberano había sido asesinado por un noble persa traidor, Besso. Para alcanzar a este, Alejandro siguió un avance hacia territorios que eran desconocidos; cada vez más al este. Besso fue atrapado y ajusticiado; pero los griegos siguieron una ruta que les condujo a la India donde Alejandro se enfrentó al rey Poro.

Los griegos se negaron a seguir adentrándose más allá y Alejandro se vio obligado a retroceder, en penosas condiciones, hasta Susa, donde llegó en 324 a.C. Progresivamente fue asumiendo las costumbres orientales. Buena parte de sus generales no compartían su idea imperial. Babilona fue la ciudad elegida como capital; allí se trasladó el rey y allí fallecería en 323 a.C. con treinta y tres años.

Su Imperio no se prolongó mucho más allá de su muerte; pues fue repartido entre sus generales. Egipto correspondió a Tolomeo Lagos, fundador de la dinastía de los Lágidas; Siria a Seleuco Nicátor, origen de los Seléucidas, y Macedonia a Antígono.

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Escritor y amante de la literatura. Obras publicadas en kindle: "Realismo mágico y soledad, la narrativa de Haruki Murakami", "Castillos entre niebla", "Amadís de Gaula, adaptación", "El tiempo en el rostro, un libro de poesía", Álvaro Mutis, poesía y aventura", "Edición y estudio de Visto y Soñado de Luis Valera" y mis últimas publicaciones "Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera", "El Tarot de los Iluminadores de la Edad Media. Traducción de Hugo de Roccanera", La gran conquista de ultramar, versión modernizada en cuatro volúmenes.
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