LA CAÍDA

TRATADO DE LA REINTEGRACIÓN
MARTINES DE PASQUALLY

La caída. Tratado de la Reintegración. Traducción de Hugo de Roccanera. Edición Antonio Joaquín González

La caída de Luzbel. Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina. Museo del Prado

Adán, pues, actuó conforme al pensamiento demoníaco, realizando una cuarta operación en la cual usó de todas las palabras de poder que el Creador le transmitiera para sus tres primeras operaciones, aunque había rechazado enteramente el ceremonial de estas mismas operaciones. Hizo uso, por sus preferencias, del ceremonial que el demonio le insinúo, tanto como del plan que de él recibió para atacar la inmutabilidad del Creador. Adán repitió aquellas que los primeros espíritus perversos habían pensado realizar para transformarse en creadores, en detrimento de las leyes que el Eterno les prescribiera para que les sirvieran de límite en sus operaciones espirituales divinas. Esos primeros espíritus no debían concebir ni entender nada sobre la acción de crear, simplemente debían seguir siendo nada más que criaturas de poder. Adán no debía tener más aspiraciones que ellos respecto a esa ambición de crear seres espirituales que le fuera sugerida por el demonio.

Vimos que tan pronto como esos demonios, o espíritus perversos, concibieron actuar según su voluntad de emanación, semejante a la que el Creador había realizado, fueron arrojados en lugares de oscuridad por una duración inconmensurable de tiempo, por la voluntad inmutable del Creador.

Notre Dame de Fourviere. Lyon. Expulsión de Adán y Eva del Paraíso

Esa caída y ese castigo nos demuestran que el Creador no ignora ni el pensamiento ni la voluntad de su creación. Ese pensamiento y esa voluntad, buenos o malos, son sentidos directamente por el Creador, que los acoge o los rechaza. Sería, por lo tanto, un error decir que el mal viene del Creador, con el pretexto de que todo emana de Él. Del Creador sale todo ser espiritual, bueno, santo y perfecto, ningún mal es ni puede ser emanado de él. Pero si me preguntareis de dónde, entonces, emanó el mal, diré que el mal es generado por el espíritu y no creado. La creación pertenece exclusivamente al Creador y no a la criatura. Los pensamientos malos son generados por el espíritu malo, como los pensamientos buenos son generados por el espíritu bueno; cabe al hombre el rechazar los primeros y acoger los segundos como corresponde a su libre albedrío, el cual le da derecho a querer las recompensas de sus buenas obras, aunque también lo puede hacer permanecer por un tiempo infinito en la privación de su derecho espiritual. El mal, repito, no tiene su origen en el Creador ni en ninguna de sus criaturas particulares. Este viene únicamente del pensamiento del espíritu que se opone a las leyes, a los preceptos y mandamientos del Eterno, pensamiento éste que el Eterno no puede cambiar en ese espíritu sin destruir su libertad y su existencia particular, tal y como ha sido dicho más arriba. Por otra parte, no se debe pensar que el espíritu que generó el mal sea el propio mal, porque si los demonios mudasen su voluntad, su acción cambiaría también, y, a partir de ese momento, no habría ningún mal en toda la extensión de este universo. Diréis que esto no puede suceder, pues Dios, al ser inmutable en sus decretos, condenó a la prisión eterna a los que originaron el mal. Responderé que es verdad que el Creador condenó a los adeptos del mal a una prisión y a un castigo infinitos. Mas haré ver que, en medio de la manifestación de la justicia del Creador sobre la criatura, Él se llamó a sí mismo Padre de Misericordia ilimitada de esa misma criatura. Hablaré más ampliamente de esa misericordia divina en otra parte.

Tratado de la ReintegraciónVuelvo nuevamente a la generación del mal, ocasionada por la voluntad mala del espíritu, y diré que la generación mala del espíritu, siendo tan solamente el pensamiento malo, es llamada espiritualmente como inteligencia mala, del mismo modo que la generación del pensamiento bueno es llamada inteligencia buena. Es por esos tipos de intelectos que los espíritus buenos y malos se comunican al hombre y le hacen conservar una determinada impresión, según use de su libre albedrío para rechazar o admitir el mal o el bien a su voluntad.

Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera. Edición de Antonio Joaquín González. Kindle-Amazon

Acerca de lamansiondelgaviero

Escritor y amante de la literatura. Obras publicadas en kindle: "Realismo mágico y soledad, la narrativa de Haruki Murakami", "Castillos entre niebla", "Amadís de Gaula, adaptación", "El tiempo en el rostro, un libro de poesía", Álvaro Mutis, poesía y aventura", "Edición y estudio de Visto y Soñado de Luis Valera" y mis últimas publicaciones "Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera", "El Tarot de los Iluminadores de la Edad Media. Traducción de Hugo de Roccanera", La gran conquista de ultramar, versión modernizada en cuatro volúmenes.
Esta entrada fue publicada en Espiritualidad. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s