TRATADO DE LA REINTEGRACIÓN
MARTINES DE PASQUALLY
Después de esa ceremonia, Abel se presentó ante su hermano Caín y este le hizo muchos reproches. Abel los recibió con candor y humildad y, seguidamente, respondió a Caín: “No es contra mí, ni contra nuestro padre temporal contra los que debes revolverte, es contra ti mismo y contra aquel que en este momento te dirige contra quien debes combatir, pues te diré que vienes de realizar un culto falso e impío ante el Eterno. La fuerza de tu crimen supera al crimen de Adán: ofreciste a tu dios de oscuridad un holocausto que no está ni a tu disposición ni a la de él, hiciste erróneamente derramar la sangre del justo para justificar la de los culpables”. Abel fue después a buscar a Adán y le contó todo lo que pasó y esto afligió mucho a este padre infeliz y le hizo caer en una profunda consternación.
Abel, mientras, trató de consolar a Adán y le preguntó respecto a su tristeza y abatimiento, pero Adán no respondió nada. Parecía que adivinaba lo que iba a suceder a su hijo amado y no se lo osaba decir. Abel tranquilizó a Adán respecto a todas sus inquietudes y le dijo en tono firme: “Padre mío, lo que es decretado por el Creador en vuestro favor y en el de tu descendencia tendrá lugar, sea para bien, sea para mal, pues la Creación general que ves no es otra cosa sino un lugar que el Eterno reservó para convertir en obra la manifestación de su omnipotencia, para su gran gloria. Por lo tanto, padre mío, es en tu descendencia corporal en la que el Creador habrá de colocar sujetos convenientes que sean los verdaderos instrumentos de los que Él se servirá para el triunfo de su justicia, para el beneficio de los buenos y vergüenza de los malos. Es inútil para el hombre ir contra aquello que ha sido decidido por el Creador a favor o en contra de su criatura espiritual”. Adán pareció calmarse y, dirigiéndose al Creador, le dijo: “¡Oh, Eterno! ¡Que aquello que es concebido por tu pensamiento y por tu voluntad sea cumplido por tu fiel servidor, padre de las multitudes de naciones que habitarán y actuarán en tu círculo universal! ¡Amén!” Después, Adán y Abel fueron a visitar a Caín, el cual se encontró con ellos en compañía de sus dos hermanas. Cuando estuvieron juntos, esas hijas abrazaron al padre y Caín abrazó a su hermano Abel, mas en este abrazo, Caín dio a Abel tres golpes con un instrumento de madera hecho en forma de puñal. El primer golpe perforó su garganta, el segundo traspasó su corazón y el tercero se hendió en sus entrañas. Este asesinato sucedió en presencia de Adán, sin que este infeliz padre lo percibiese. Pero en cuanto fue cometido el asesinato, Adán sintió una conmoción terrible. Las dos hermanas de Caín y de Abel sintieron una conmoción semejante, a causa de la impresión cayeron hacia atrás mientras exclamaban “¡Nuestro conciliador, Señor, nos ha sido sustraído por la maldad del impío, reclamamos vuestra justicia y a ti sólo entregamos nuestra venganza!”. Ved con qué artificio los sujetos al demonio se disimulan a los ojos de la criatura a través de palabras espirituales y loables en apariencia. Esa conmoción, por otra parte, muy natural en los tres personajes mencionados y basada en la simpatía de los sentidos de materia, provenía, además de otra causa, así como el abatimiento que aconteció a los tres personajes. Provenía de la visión que tuvieron, en naturaleza efectiva, del menor y del mayor ser espiritual de Abel y de que no lo pudieron soportar sin caer en desfallecimiento. Adán fue el primero en levantarse e ir, en compañía del menor y del mayor espiritual de Abel, al encuentro de Eva a la cual contó todo lo que el Creador les exigiera para su entera reconciliación: que sus crímenes debían ser expiados por el sacrificio de su hijo Abel y que, así, todo estaba consumado.
Os dejo meditar sobre cuál ha debido de ser el dolor de ese infeliz padre y el de su compañera. ¿No son esos los famosos espinos que iban a traspasar el corazón de Adán? ¿No es ese el funesto espino producido por la primera tierra creada por la prevaricación de Adán? Fue, por lo tanto, Eva la que produjo en Caín el instrumento del flagelo del infeliz Adán, al haber concebido con Adán mediante una operación de confusión de acuerdo con lo que el número dos, 2, nos anuncia y que yo voy a detallar aquí con sinceridad.
Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera. Edición de Antonio Joaquín González. Kindle-Amazon