“Girl from Ipanema»

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Autores: Vinicius de Moraes
Antonio Carlos Jobim
Esbelta y morena, joven y encantadora,
la chica de Ipanema va caminando.
Cuando ella pasa por delante de uno, ¡Oh!
Cuando camina parece una samba;
balanceándose con frescura,
meciéndose con suavidad.
Cuando ella pasa por delante de uno, ummmm.
Oh, pero yo la miro con tanta tristeza…
¿Cómo puedo decirle que la amo?
Sí, podría entregarle con alegría mi corazón,
pero, día a día, cuando camina hacia el mar
va mirando al horizonte y no me ve.
Esbelta, morena, joven y encantadora,
la chica de Ipanema va caminando
y cuando ella pasa, yo sonrío
mas no me mira.
Mira que cosa más linda,
más llena de gracia;
es la chica que viene y que pasa
con un suave contoneo
camino hacia el mar.
Joven de cuerpo dorado
bajo el sol de Ipanema;
su balanceo es más que un poema,
es la cosa más linda que yo vi pasar
Oh, pero hay tanta tristeza en la mirada.
¿Por qué es todo tan triste?
Sí; podría entregarle mi corazón con alegría,
sin embargo, cada día,
cuando camina hacia el mar
ella clava sus ojos en el horizonte y no me ve.
Esbelta y morena, joven y encantadora,
la chica de Ipanema va caminando
y cuando pasa, yo le sonrío
más ella no me mira.
A causa del amor.
No me ve.
No hay una mirada para mí.
Nunca me mira.
A causa del amor.

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En 1963 la Chica de Ipanema miraba hacia el mar de esa manera. Y ahora, la Chica de Ipanema, en 1982, sigue contemplando el mar de la misma forma. Para ella no han pasado los años desde entonces. Está confinada en una imagen y flota en el océano del tiempo. Si cumpliera años, ahora debería tener unos cuarenta.

            Por supuesto, es posible que no sea tan mayor, sin embargo, no debería estar tan esbelta y tan morena como entonces. Debería tener tres hijos. Tostarse al sol no es bueno para la piel. Todavía podría ser piropeada como una belleza, aunque no está tan pletórica de juventud como hace veinte años. (Haruki Murakami).

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Acerca del cuento “La Chica de Ipanema 1963/1982” de Haruki Murakami

Antonio Joaquín González

“La Chica de Ipanema 1963/1982” (“1963-1982 nin no Ipanema no musume”) apareció en la colección de cuentos de Haruki Murakami Kangorû Hiyori (1983).

Comencemos por la música

“Garota de Ipanema” es una Bossa Nova compuesta en 1962 por Vinicius de Moraes (letra) y Antonio Carlos Jobim (música). El 1 de agosto de ese mismo año fue interpretada en un club nocturno de Copacabana. La primera grabación del tema se realizó en 1963 para el disco É todo bossa. En un primer momento, el título de la obra era “Menina que passa”, y se pensó como tema integrante de una comedia musical en la que, por aquel tiempo, estaba trabajando Vinicius de Moraes. La canción fue adaptada al inglés desde el brasileño, por Normal Gilbel y grabada el 19 de marzo de 1963 para el LP Getz/Gilberto por la discográfica Verve. Aquí fue interpretada por Stan Getz, Joâo Gilberto y Tom Jobim al piano. Desde un primer momento se manifestó como sumamente importante la voz de Astrud Gilberto, que estaba presente en el estudio de grabación. La canción llegaría a su punto culminante de popularidad en las voces de Frank Sinatra y Antonio Jobim.

            En una primera versión de “Garota de Ipanema” se presenta a un personaje que contempla el mundo con un sentimiento de desengaño. Ve la vida alejada de la poesía, siente miedo a vivir y a amar; la existencia se transforma en algo vacío hasta que aparece la muchacha paseando por la playa de Ipanema en Río de Janeiro; y, ahí, el sentimiento vital se transforma radicalmente.

            Esta Garota de Ipanema fue auténtica. Se trataba de Helô Pinheiro, sobre la cual Vinicius de Moraes escribiría (el dato se encuentra en Revelaçâo: a verdadeira Garota de Ipanema):

“es el modelo del tipo carioca; una mujer dorada, una mezcla de flor y sirena, llena de luz y de gracia; aunque su aspecto contiene una cierta tristeza; por ello, lleva consigo, mientras camina hacia el mar, el sentimiento que impregna cuanto la rodea al hacer experimentar a quien la mira una belleza que no es la propia, sino un don de la vida en su precioso y melancólico fluir y retornar constante”.

stan_getz_astrud_gilberto-the_girl_from_ipanema            Más allá de esto, la Garota de Ipanema se transforma en un arquetipo poético marcado por los siguientes rasgos: alta, esbelta, morena, joven, hermosa, con una belleza fresca que llama la atención a cuantos la miran y con un movimiento de balanceo suave como el mar –expresado en la canción mediante una voz que se va difuminando-; junto a esos elementos físicos hay que situar una mirada que transmite una cierta tristeza perdida en un horizonte lejano.

y ahora el cuento

¿Qué hay de todo esto en el relato de Haruki Murakami?

            Desde luego que a la Garota de Ipanema poética se la ha identificado con Helô Pinheiro, sin embargo, en la canción predomina el arquetipo con un cierto contenido abstracto expresado en el cuento de Murakami mediante el juego constante de la ficción. También hay abstracción en el paisaje, aunque por el título sepamos que toda esta contemplación se desarrolla en la playa carioca de Ipanema: playa, calidez, sol, un espacio de esparcimiento, de búsqueda de la felicidad, de erotismo latente. En el caso de Murakami, la idealización es mucho mayor, entre otras cosas porque el argumento parte, fundamentalmente, de un ejercicio de la imaginación asentada en una música que se escucha; además, el ambiente, que es el del yo narrativo asimilado al autor, no es el de Brasil sino el de Japón. Recordemos esa extraña mención del encuentro reiterativo con la muchacha en el metro. Raro porque en un principio, la Chica de Ipanema es una fantasía.

stan getz            Además de esto, ¿qué otros temas de Haruki Murakami encontramos en este cuento? Como sucede en otros muchos textos suyos (los ejemplos más evidentes son Tokio Blues y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo) todo comienza con la evocación que produce escuchar una canción, en este caso “Girl from Ipanema”. La música transforma radicalmente la realidad de un yo narrador, que también es otro de los elementos constitutivos de la ficción de Haruki Murakami. Desde ese poder evocador de la melodía se produce un juego con la temporalidad que lleva el argumento a tres momentos bien diferentes, aunque tan imbricados el uno en el otro que realmente llegamos a dudar sobre cuál es el tiempo de cada fragmento.

            Este juego con la temporalidad, junto las variaciones espaciales, sucede a menudo en la obra de Murakami. Se hace evidente en un texto como El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. La historia de este cuento va desde el pasado adolescente de su narrador, imagen basada en una sugerencia que en ningún momento es explicada lógicamente –la del pasillo del Instituto-; hasta el año 1963, primer encuentro con la Chica de Ipanema, y fecha, también de la primera grabación de “Girl from Ipanema”; y 1982, la actualidad del narrador y autor, pues el cuento fue publicado en 1983. Esta alternancia de periodos implica una serie de planteamientos filosóficos que, además de ser comunes en la obra de Haruki Murakami, corresponden a la mirada de la filosofía posmoderna hacia la categoría temporal. El pasado adquiere tanta viveza como el presente. El recuerdo se genera en el momento actual y a la vez lo mediatiza. Lo pretérito permanece tan inalterable en todos sus detalles que se siente como una realidad viva, aunque sea una ficción generada por la música, en la cual el narrador puede perderse. En definitiva, las fronteras temporales, y con ellas las espaciales, se vuelven líquidas.

            Otra característica muy importante que define el estilo narrativo de Murakami y que encontramos expresada en “La Chica de Ipanema 1963/1982” es el ritmo. Cercano, además, al del propio tema musical que fundamenta el argumento. Ya he señalado que este ritmo, que el autor aprende de la música, es un recurso muy importante a la hora de dar un salto desde la realidad hacia una interpretación en la que pueden confluir vida, sueño e imaginación.

            El paisaje de este cuento aparentemente está alejado de las urbes que sirven como escenario para buena parte de las novelas de Haruki Murakami; panorama que solo se abre en algunos casos a otros horizontes más naturales (especialmente retratados en La caza del carnero salvaje y Kafka en la orilla); aunque en algunos de sus cuentos contenidos, especialmente, en Sauce ciego, mujer dormida (y en la Grecia retratada en Sputnik, mi amor); el sol, la playa y el mar más o menos idílico pueden ser el escenario para algunas historias (“El séptimo hombre”, “Hanalei Bay”, “Los gatos antropófagos”, “El cuchillo de caza”).

            Puede parecer circunstancial, o una metáfora sin mayor sentido; sin embargo, en este cuento nos encontramos en dos ocasiones el concepto de pozo. En los dos casos está utilizado como un símbolo. Primero: “¿Qué clase de guijarro hizo que la Chica de Ipanema de 1963 se sumergiese en el pozo de mi conciencia?”; segundo, cuando la Chica se queda mirando la abertura de la lata de cerveza, “el modo en que ella la mira hace que tenga un significado para mí. Parece como si ese agujero contuviese el universo”. Este es el sentido que tienen los pozos que aparecen en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, el ambiente idóneo para la introspección. ¿Otro pozo en la literatura de Murakami? El que aguarda escondido en el campo por el que pasean los protagonistas de Tokio Blues, como una imagen de una negrura necesaria para indagar en el ser, aunque tal búsqueda como les sucede a estos protagonistas conduzca a la tristeza, el desequilibrio y la muerte. Al fin y al cabo, ¿no es algo así lo que hace el narrador de “La Chica de Ipanema 1963/1982” al hundirse en su propia interioridad imaginativa al escuchar la canción?

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            A la hora de buscar un contagiar la realidad del receptor con aquella en la que se mueve el personaje ficticio, un recurso que frecuentemente utiliza Haruki Murakami es plasmar el mundo imaginado desde los sentidos. Esta característica de sus textos se hace evidente, de una manera especial, en el erotismo de sus relatos con una cierta frecuencia. Una sexualidad descrita que en algunos momentos se aproxima a lo pornográfico aunque en otros yace sobre la descripción de la sensorialidad poética de la cultura clásica japonesa. Aquí está el dorado de la Chica de Ipanema y todo su cuerpo; en él se fija la mirada del personaje desde una observación cercana al fetichismo al centrarse en las plantas de sus pies. Una mujer expresada en la letra de Vinicius de Moraes, aunque ahora más alejada de su realidad carnal, más como un ente que existe en la imaginación y en la memoria, una belleza metafísica en la que la expresión de la sentimentalidad se tiñe con la extrañeza de lo irreal. La arena caliente, la sensación del sol sobre la piel, la penumbra del pasillo rememorado, las ensaladas comidas en compañía y masticadas con esa onomatopoeya que se aleja de la música desde la que se genera la ficción. Todo es físico y, a la vez, tan intangible como la fantasía y el recuerdo. 

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TRÍPTICO DE LA DIOSA QUE LLEGÓ DEL MAR

 I

PRESAGIOS

Al cerrar los ojos, las olas siguen su movimiento
y la espuma acaricia la arena como
si la añorase desde más allá del océano.
La brisa trae aromas de mar.
Y la luz, al atravesar los párpados, es de un rojo carmín.
Siempre ha sido así en el mar eterno:
olas, espuma, brisa y luz.
Pero hoy es distinto.
Las caricias de la espuma suenan más suaves,
sin la nostalgia de una lejanía,
con la alegría del encuentro.
La brisa no huele como ayer,
está cargada de esencias, de canela, de nuez moscada,
cilantro, vainilla, cacao y café.
Y la luz del sol no es ese rojo carmín,
los párpados son transparentes
ante el dorado presagio.
Hoy, el mar no es el de siempre
con su eterno ir y venir de las olas que no cesa,
como la vida, como el tiempo.
La brisa arrastra aromas y voces,
palabras de presagio que convierten el sueño
en una dulce espera.
Porque hubo un tiempo en que las diosas
sellaban la tierra con sus huellas
y hoy volverá a suceder el milagro.

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II

VENUS ÁUREA 

No llueve oro desde el cielo
pero todo el aire está impregnado de dorado.
Surge desde las aguas de la orilla un cuerpo de oro,
no necesita del manto de cielos
y estrellas que lo cubría como prenda
de orgullosa belleza.
Le basta la luz bruñida que nace
desde el fondo del mar a la vez que su ser.
Sus ojos profundos como sólo pueden serlo
los de aquella que viene de más allá de donde se oculta el sol.
Mira al horizonte con mil promesas
de felicidad y placeres.
Y es el nuevo nacimiento de Venus
con una cabellera radiante que recoge cada rayo de sol.
Las aguas que rodean su cuerpo
se han quedado quietas, sobrecogidas por el misterio
de un astro naciente desde las profundidades del mar.
Todo es silencio.
Sólo unos ojos que miran.

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III

AZUL

Llegan las diosas con la luna llena,
pero fue un límpido cielo
que al amanecer te trajo hasta mí.
Universo de azul y agua;
mar, rocas, tu piel cubierta de estrellas.
Había en tu mirada siglos
de contemplar claras auroras.
En tus manos, la hoja de una espada,
templada en tu reflejo,
recogía los rayos del sol naciente.
El dorado de tu cuerpo.
Inmenso cielo plateado.

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Acerca de lamansiondelgaviero

Escritor y amante de la literatura. Obras publicadas en kindle: "Realismo mágico y soledad, la narrativa de Haruki Murakami", "Castillos entre niebla", "Amadís de Gaula, adaptación", "El tiempo en el rostro, un libro de poesía", Álvaro Mutis, poesía y aventura", "Edición y estudio de Visto y Soñado de Luis Valera" y mis últimas publicaciones "Tratado de la Reintegración. Martines de Pasqually. Traducción de Hugo de Roccanera", "El Tarot de los Iluminadores de la Edad Media. Traducción de Hugo de Roccanera", La gran conquista de ultramar, versión modernizada en cuatro volúmenes.
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