TIERRA ESPAÑOLA
Sin duda, el cuarto pilar (Norte de Europa francés, Colombia y México serán los otros tres) sobre el que se asienta la biografía poética de Álvaro Mutis se sitúa en la tierra española. Será un tema recurrente en su poesía, fundamentalmente desde su libro Los emisarios, en el cual la experiencia de recorrer España supone la asimilación de un pasado muy lejano, anterior a que el primer Mutis, aquel que acompañó a José Celestino Mutis, el botánico, en Nueva Granada, se asentase en aquellas tierras de América que llegarían, a no tardar, a ser Colombia. Viajar por España y estar en algunos lugares especialmente marcados desde lo sentimental; El Escorial, el Museo del Prado con esa presencia subyugadora de la infanta Catalina Micaela en el retrato pintado por Sánchez Coello; Santiago de Compostela, las numerosas estancias de la Alhambra, con un mensaje de reconocimiento de la propia personalidad, integrando un pasado leído en los ojos del gorrión del Mexuar; la iluminación cotidiana que lleva a la asimilación de un lugar propio en el mundo, en una pequeña calle cercana a la Mezquita de Córdoba; o el espaldarazo recibido ante la visión de ese arquetipo de lo hispánico que es don Quijote, vislumbrado durante su vela de armas en una venta de La Mancha; o el Cádiz que guarda viva la memoria de los Mutis. Así es desde lo poético; otros paisajes españoles aparecen descritos en la narrativa del ciclo de Maqroll el Gaviero. En una librería de viejo en el barrio gótico de Barcelona encuentra el narrador, alter ego del propio Mutis, la Enquête du Prévôt de Paris sur l’assassinat de Louis Duc d’Orleans (1865), en cuyo interior están, manuscritas, las hojas que contienen La Nieve del Almirante; en Barcelona, también ese mismo narrador será el salvador, en una de sus muchas caídas al infierno, de Maqroll, gracias a que en el Bar de Boadas, “en donde mi amigo Luis Palomares me había introducido con recomendación de que me atendieran especialmente” (1993:189), conoce a un funcionario del Consulado Británico, el cual será el factor fundamental para sacar de la cárcel al Gaviero, en Abdul Bashur, soñador de navíos. También Mallorca, y ahí están los territorios que pertenecieron en su tiempo a la Corona de Aragón, en “Jamil”, el último de los relatos que forman Tríptico de mar y tierra; en Pollensa se recluye el Gaviero para cuidar de unos astilleros prácticamente abandonados en un paisaje mediterráneo que está presente de continuo en su obra, en especial en la construcción del personaje de Abdul Bashur.
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