Tengo los mejores amigos
que comparten el silencio y la palabra.
En las horas oscuras de misantropía,
Victor Hugo, Los Miserables o El Noventa y tres.
También Alejandro Dumas,
aunque más emborracha el vino de Anjou
o el elixir de Montecristo.
Pérez-Reverte, el primero,
cuando hay que mirar el mundo
desde el filo de la espada.
Y, cuando todo parece descubierto,
Camilleri, Montalvano y Vigata;
el Caribe de Salgari,
La Habana de Padura.
Unicornios del Fin del Mundo en Murakami,
de Valera, siempre preferí a Juanita
antes que a Pepita Jiménez.
Y Álvaro Mutis, siempre,
si con la lluvia llega
el silencio
y con la creciente,
la iluminación