(Una novela de Televisión)
Pues sí, he de confesar que, aunque haya visto distintas versiones de esta novela de Alejandro Dumas, mi preferida sigue siendo la realizada en 1969 por Televisión Española. Dirigida por Pedro Amalio López e interpretada por Pepe Martín, Emma Cohen, Pablo Sanz, José María Escuer, Fiorella Faltoyano, Angels Moll…
Otros actores han encarnado a Edmundo Dantes; entre ellos Gerard Depardieu, Richard Chamberlain o Jim Caviezel; sin embargo sigo creyendo que quien mejor ha captado la esencia del personaje es Pepe Martín, tanto es así que durante muchos años, la identificación entre ambos fue tal que el actor era más conocido con el falso título del condenado al penal de If. Y así aparecería mencionado en la novela El Club Dumas de Arturo Pérez-Reverte.
Resulta meritoria la labor de Televisión Española en esta recuperación de antiguas “Novelas”, como se decía en la época en la página de Archivo, http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-conde-de-montecristo.
Esta versión de El Conde de Montecristo fue realizada a finales de la década de 1960 (se repuso diez años después) y, la verdad, no sé por qué recuerdo desde lo más profundo algunos detalles, la memoria no deja de ser un curioso órgano en la vida del ser humano.
Desde luego, deja atrás esta adaptación muchos elementos de los que nos atrapan en el texto de Alejandro Dumas, uno de los más brillantes narradores franceses del siglo XIX. Son muchos los fragmentos que se pierden. Se echa en falta una mayor atención a la relación que se establece entre el Abate Faria y Edmundo Dantes, pues en esas horas, días, años que ambos comparten durante su condena es donde se forja el carácter del que posteriormente será el conde vengador.
En aquellos años llamábamos a este tipo de producciones Novelas (otras fueron Los tres mosqueteros o Crimen y castigo) para distinguirlas de unas series que, con acento latinoamericano, llegaban desde Estados Unidos (Los intocables, Bonanza, El Gran Chaparral) y, a la vez, distinguíamos el método interpretativo que acercaba estas versiones españolas de clásicos de la literatura a la puesta en escena teatral. Y así era. Como un punto a favor de esta adaptación, así lo veo. Los actores masculinos representan roles perfectamente asentados en su materialidad; los femeninos se aproximan mucho más a la ensoñación, en este sentido habría que destacar ese como alejamiento que esta presente desde un primer momento en Emma Cohen, Mercedes, la prometida de Edmundo Dantes. Perfecto reparto de caracteres que cuadra al espíritu de esta novela romántica.
Cierto que se pierden algunos detalles (la cueva en la isla de Montecristo, la brillantez de los carnavales, las fastuosas fiestas de alta sociedad francesa, ninguna de ellas alcanza a la descripción debida a la escritura de Alejandro Dumas), sin embargo, otros se muestran muy cercanos a esa estética romántica que tan pronto viajaba a los dorados orientales (Fiorella Faltoyano interpretando a la princesa turca, Haydèe, es la única concesión al exotismo en la versión) como se adentraba en lo macabro; así nos encontramos con un Conde de Montecristo visitando de noche el panteón familiar de los Villefort, ¿para qué? Lease la novela de Dumas y vease su adaptación, en ella se reconoce esa costumbre, que fue tan española, de representar el Don Juan Tenorio de José Zorrilla en la noche de Todos los Santos. Es una de las secuencias en las que Pepe Martín es más Conde de Montecristo.
La pasión predominante en esta obra es la búsqueda de la venganza, uno de los temas frecuentes en la narrativa del Romanticismo. Acompañamos a Edmundo Dantes, convertido en el Conde de Montecristo en su venganza organizada como si de un mecanismo de relojería se tratase. Sin embargo, hay algo con lo que no cuenta, y es la soledad con la que un coche de caballos se aleja hacia el mar, hacia la isla de Monte Cristo, hacia cualquier lugar apartado de un París de diputados, jueces y generales corruptos.
¿Hasta donde la nostalgia? No lo sé, pero no dudo en recomendar la experiencia de volver a ver esta novela de Televisión Española; es otra manera de acercarse a esa España que se miraba en blanco y negro.
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