Historia de la filosofía oculta de Alexandrian
Sarane Alexandrian nació en Bagdad en 1927 y murió en Ivry sur Seine en 2009. Llegó a ser uno de los más importantes intelectuales del Surrealismo de cuyo creador, André Breton, fue secretario. Su compromiso con la estética surrealista se prolongó hasta sus últimos momentos. Entre sus obras hay que destacar especialmente dos: Historia de la literatura erótica (1989) e Historia de la filosofía oculta (1983).
Historia de la filosofía oculta es un buen instrumento para acercarse al conocimiento general del ocultismo. En sus páginas conocemos los principios básicos de la gnosis, la cábala, la aritmosofía, alquimia, diversas artes adivinatorias, la medicina hermética y la taumaturgia, con un capítulo final dedicado a la magia sexual. En los diversos capítulos, y prácticamente en orden cronológico, Alexandrian traza la línea de transmisión del hermetismo desde sus orígenes míticos hacia Grecia, con un interés posterior, muy marcado, por el resurgimiento de la filosofía oculta a partir del siglo XVIII con las enseñanzas de Martines de Pasqually.
Alexandrian considera que el pensamiento mágico, base del ocultismo, es un instrumento fundamental en la reparación del yo, en la búsqueda de una liberación y libertad que es base de la estética surrealista. En esa indagación en lo más profundo de lo humano, el surrealismo se acerca a principios que también están en los sistemas de comunicación mágica, entendida la magia como un estadio presimbólico del pensamiento. Ahí está la escritura automática y la elaboración de los símbolos oníricos.
Desde la cultura occidental contemporánea se han producido diversos acercamientos al pensamiento mágico que sustenta la filosofía ocultista. El primero de ellos desde el exotismo que llama la atención por lo otro al que no se respeta en su propia esencia. El análisis de Alexandrian busca el reconocimiento del pensamiento mágico que marca la filosofía oculta tradicional y para ello se aleja de toda visión exótica en pos de una historia del ocultismo occidental. Los datos contenidos en esta obra son fruto de un arduo trabajo emprendido hacia 1948, cuando el autor comenzó a inventariar los textos inéditos del Fondo Paulmy del Arsenal de la Biblioteca Nacional de Francia, empeñado, sobre todo, en la búsqueda de una “comprensión lúcida de lo incomprensible”.
No deja de ser curioso, al menos en un principio, esta relación de un surrealista con la filosofía ocultista. Alexandrian nos recuerda en su libro cómo en 1929, en el Segundo manifiesto del Surrealismo, André Breton defendía su misión estética relacionada plenamente con el pensamiento marxista, materialista y ateo. Sin embargo, en ese mismo manifiesto menciona a Cornelio Agrippa, al cual perfectamente podríamos señalar como origen del ocultismo occidental moderno. Para André Breton es asimilable la poesía a una especie de alquimia mental, la cual está representada en la metáfora surrealista que va más allá de la realidad hacia un significado trascendental.
La metáfora surrealista es hermética, su simbolismo, por tanto, es elaborado y, a la vez, busca cortar toda relación con la razón; entendida esta última en el sentido omnipotente que se le da a esta herramienta desde el racionalismo hasta su culminación en un cientifismo materialista y ajeno a los valores de lo propiamente humano (más allá de lo físico y lo químico).
La línea histórica del ocultismo que sigue Alexandrian en este libro comienza con la Gnosis del siglo I d.C., como una reacción ante un cristianismo que atenta contra los principios tradicionales de la religión pagana mistérica. Este desarrollo cronológico se vería continuado en los textos de los grimorios medievales falsamente atribuidos a personalidades relacionadas de un modo u otro con el cristianismo: el rey Salomón, Alberto Magno, Honorio III papa o el monje ficticio Basileus Valentinus. El siguiente paso en la pervivencia del saber tradicional es la cábala del siglo XV mediante la cual se busca la conciliación del judaísmo y del cristianismo para encontrar el libro perdido de Adán, que es la palabra mágica de la creación. El momento culminante de este desarrollo llega en 1533 con la Philosophia Occulta de Heinrich Cornelius Agrippa von Netteischeim.
La filosofía oculta es ajena a los cauces oficiales de la cultura y se desarrolla fundamentalmente organizada en grupos independientes nacidos alrededor de la figura de un maestro, la Hermandad de la Rosa Cruz es una de las primeras manifestaciones en este sentido; otra será la Francmasonería desde Elias Ashmole (segunda mitad del siglo XVII) y desde el Libro de las Constituciones masónicas de James Anderson en 1723. El ocultismo llegará a otro de sus momentos álgidos en la segunda mitad del siglo XVIII, en fechas próximas a la Revolución Francesa, con la figura central de Martines de Pasqually y sus continuadores, tanto Willermoz, cabeza del Régimen Escocés Rectificado, como de Louis Claude de Saint-Martin. Lo siguiente será en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX con nombres como Fabre d’Olivet, Wronski, Eliphas Lévi, Saint Yves d’Alveydre, Stanislas de Guaita y Papus.
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