Sanshiro Sugata

(La leyenda del gran Judo)

(Este artículo se ha publicado en la revista Kanku. Kyokushin-Kan, del Club Deportivo Karate Kan de Zaragoza. Si está interesado en verla completa o en descargarla gratuitamente:

http://issuu.com/antoniojoaquin/docs/revista_kyokushinkai_2015

https://www.dropbox.com/s/fwz6vvuosqwb3g5/Revista%20kyokushinkai%202015.pdf?dl=0)

Akira Kurosawa (1910-1998) es uno de los más importantes cineastas japoneses. Entre sus películas hay que mencionar obras maestras como Los siete samuráis, Perro rabioso, Barbarroja, Rashomon, Yojimbo, Ran, Kagemusha y tantas otras. El primer film dirigido por él fue Sanshiro Sugata, el año 1943. Cuenta la historia de un protagonista con ese mismo nombre. Se desarrolla a finales del siglo XIX, en plena época Meiji, alrededor de 1882. Sanshiro Sugata busca un maestro que le enseñe el arte del jiujitsu y se ve involucrado en el enfrentamiento de los seguidores de esta disciplina marcial antigua con los primeros representantes del desarrollo de una nueva visión de la lucha, el judo, ejemplificado en la figura del maestro Yano. A la vez, La leyenda del gran Judo, nombre con el que fue traducida esta película al español, es un melodrama que relata el idilio de su protagonista con la hija de un maestro rival, al cual Sugata Sanshiro habrá de desafiar.

Akira Kurosawa se hace eco en el filme de los problemas a los que hubieron de enfrentarse los pioneros del judo, con una interpretación radicalmente diferente de la vida respecto a los seguidores del jiujitsu. Basta comprobar el tan diferente enfoque entre el maestro Yano y los representantes de unas escuelas antiguas que sólo buscan mantener unos privilegios que habían conseguido como expertos en la lucha cuerpo a cuerpo.

collage-varios-Antonio-Joaquín-González Más allá de todo esto, Akira Kurosawa ya desde su primera película manifiesta con total claridad cuál va a ser una de las mayores preocupaciones en sus narraciones fílmicas: el desarrollo del ser humano, el aprendizaje que conlleva el recorrer un camino de perfeccionamiento interior.

Sugata Sanshiro comienza siendo un muchacho tan fuerte como agresivo y le gusta buscarse problemas. Un amanecer llegará a la casa de su maestro después de haber pasado la noche en el barrio de diversión y haberse enfrentado a numerosos adversarios en una pelea callejera, expresión de una fuerza interna que todavía no ha encontrado su cauce para manifestarse desde el respeto. El maestro Yano va a recibirle con la dureza del que no está dispuesto a admitir como seguidor del judo a aquel que no sea digno. El diálogo entre ambos personajes, el maestro Yano y el joven Sugata Sanshiro, es uno de los momentos más interesantes de la película

MAESTRO: Bien. Seguro que te sientes orgulloso de haber derribado a tanta gente.

SUGATA: Lo siento.

MAESTRO: Hubiese querido verte en acción. Eres fuerte, en realidad muy fuerte. Puede que seas el más fuerte que yo he conocido. Sin embargo tienes que saber que hay una gran distancia entre el judo que yo practico y tu clase de judo. ¿Sabes qué quiero decir? Tú no sabes usarlo. Tú no conoces qué es el camino de la vida. Y enseñar judo a alguien como tú es como poner un cuchillo en las manos de un loco.

SUGATA: Lo sé.

MAESTRO: Eso es mentira. Actuar como tú lo haces sin una causa y sin un propósito, simplemente por odio, ¿es ese el camino de la vida? No. El camino consiste en la lealtad y en el amor. Esta es la verdad natural del cielo y la tierra. Ésta es la más alta verdad y la única por la que un hombre puede afrontar a la muerte.

SUGATA: Yo puedo enfrentarme a la muerte. No temo morir, incluso ahora mismo si usted lo ordena.

MAESTRO: Cállate. Tú no eres más que un vulgar luchador callejero.

SUGATA: No temo a la muerte.

MAESTRO: Entonces, ve y muere.

             Sugata Sanshiro se arrojará a un lago que está situado en el patio de la casa de su maestro, con la completa determinación de esperar que le llegue la muerte. Y así sucede, pero no como él espera, sino en la visión de un loto que surge desde el lodo de las aguas, iluminado por la luna, imagen del tránsito que Sugata Sanshiro ha debido pasar para encontrarse con ese hombre nuevo que dé sentido real al arte que practica.

El resto de la película, ahí queda.flor-de-loto-Antonio-Joaquín-González

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Juan en Patmos

Sueña su vida y que quema el manuscrito de su Evangelio

Águila-de-San-Juan-Evangelista-Antonio-Joaquín-GonzálezAquella noche que comenzó con cielo rojizo hacia poniente, como un presagio, Juan soñó una vida como legionario en Judea; allí despertaba cada amanecer, entre amargas sensaciones que no entendía, pues nacían de visiones ajenas a la vida en campaña.

Gracias brotan, Señor, de mi pecho,

al ver ascender este humo azul,

como aceptación del sacrificio

hecho en Tu Nombre.

Hecatombe nacida en las llamas

de legajos depositados por el tiempo.

Papel y letras sagrados en la purificación,

ardiendo en hermoso fuego,

en aroma de laurel

y vuelo de águila.

San-Juan-Evangelista-Antonio-Joaquín-González

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EIJI YOSHIKAWA

(Este artículo se ha publicado en la revista Kanku. Kyokushin-Kan, del Club Deportivo Karate Kan de Zaragoza. Si está interesado en verla completa o en descargarla gratuitamente:

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Cuando se trata sobre la redacción de los Dojo Kun de Sosai Oyama, se suele hacer referencia a la relación que se establece, en torno a la década de 1950, del fundador de Kyokushin con el escritor japonés Eiji Yoshikawa (1892-1962).El-Cantar-de-Heike-Antonio_joaquín-González

Puede ser interesante que conozcamos un poco más de este autor, pues en sus novelas se localizan ejemplos de una filosofía que orienta el Budo Karate del que hablaba Masutatsu Oyama.

La producción literaria de Eiji Yoshikawa se centra en la novela histórica. Su primer éxito, en 1921, es Shinran, sobre el fundador del Jôdo Shinshû, o Budismo de la Tierra Pura.

Aunque contemporáneo, Eiji Yoshikawa, por esa voluntad de acercarse a la historia japonesa, bien puede ser visto desde los paradigmas literarios clásicos, evidentes sobre todo en la modernización que realiza sobre el Heike Monogatari.

Su producción alcanza un momento álgido a partir de 1935 cuando comienza la publicación de una extensa novela por entregas, Musashi, sobre el célebre samurái, Miyamoto Musashi, autor del tratado de esgrima Libro de los cinco anillos (siglo XVII).

Taiko-Antonio-Joaquín-GonzálezEn 1950, realiza el autor su versión al japonés moderno de la obra clásica Heike Monogatari (siglo XII) en la cual se relata el enfrentamiento de los Taira y los Minamoto; se trata de un texto épico japonés, equivalente a los que podemos encontrar en toda cultura (el Mahabaratha o el Ramayana indios, El libro de los Reyes de Firdusi, la Iliada y la Odisea de Homero en Grecia, el Cantar de Mío Cid en Castilla, la Chanson de Roland en Francia o el Cantar de los Nibelungos en alemán), pues el origen de toda civilización narra su génesis en relatos épicos.

La última novela de Eiji Yoshikawa, que sería publicada póstuma en 1967, es Taiko. En ella se trata de una época crucial en la historia japonesa; el periodo final de la era Sengoku (1467-1615) durante el cual se produjo una guerra civil prácticamente continua entre estados combatientes dirigidos por diferentes clanes. En Taiko se relata el enfrentamiento entre los tres caudillos principales: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Ieyasu Tokugawa el cual, tras las victorias de Sekigahara (1600) y de Osaka (1615) acabaría haciéndose el dueño absoluto de las islas del Sol Naciente, estableciendo una dinastía de gobernadores y un férreo control militar de la nación que perduraría hasta el siglo XIX.

Actualmente, en español, podemos leer tres obras de Eiji Yoshikawa: Musashi, Taiko y Heike que ha comenzado a ser publicada por la Editorial Satori, especializada en literatura japonesa.picture233-Antonio-Joaquín-González

Un fragmento de Musashi I. Libro del aire. Aquí, el monje Takuan (otro nombre que debería ser una referencia obligada para todo practicante de las Artes Marciales) le dice a un Takezô (futuro Miyamoto Musashi) que está a punto de dar un giro radical a su vida:

“Naciste con fuerza y valor físicos, pero te falta conocimiento y sabiduría. Si bien lograste dominar algunos de los aspectos más desafortunados del camino del samurái, no hiciste el menor esfuerzo por adquirir sabiduría ni virtud. La gente habla de combinar el camino del aprendizaje con el camino del samurái, pero cuando están adecuadamente combinados no son dos sino uno solo. Hay un único camino”.

Musashi-Antonio-Joaquín-González

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La práctica del mokusho

Todo ejercicio que deviene en Camino tiene que interpretarse como una ceremonia. En la práctica de las Artes Marciales el mantenimiento de unas normas de respeto y cortesía marca la frontera del territorio en el cual se practica, lo que en japonés se denomina dojo.

Toda sesión de entrenamiento marcial comienza con un saludo hacia la espacialidad, dirigido hacia todo: hacia los maestros, hacia los compañeros, hacia la tradición que se sigue, hacia el respeto a uno mismo, pues en el ejercicio realizado seriamente buscamos nuestra esencia. El final de la sesión es mokusho (aunque luego venga el saludo a todos los que han estado presentes allí).

¿En qué consiste mokusho?

En algo tan sencillo como sentarse en seiza, de rodillas, las nalgas apoyadas en los talones, en una situación de estabilidad plena; los puños en las caderas, o las palmas de las manos descansando sobre los muslos, o una mano acogida en la otra cuando se pretende dar a la posición un sentido de mayor meditación, es el caso del zen), de un modo u otro, hay que buscar la necesaria estabilidad del cuerpo para centrarse en la respiración.

Nada más y nada menos. Así de sencillo, sin embargo hay tanto alrededor del gesto tan simple de tomar asiento y cerrar los ojos para ser conscientes de la respiración.

Mokusho hace referencia a una acción tan simple como es cerrar los ojos y centrar la atención en la respiración para aquietar las sensaciones que abruman la vida cotidiana. Aplicado a la práctica religiosa de la meditación zen puede tener un sentido de acercamiento a lo espiritual; y en el desarrollo de una disciplina marcial se acerca tanto a la búsqueda de una calma necesaria después de una actividad plena como a la búsqueda de ese sentido superior que se le da a ciertos trabajos, especialmente físicos y marciales, en la cultura japonesa, pues como escribe Durckheim en su libro Meditar. Por qué y cómo, “cuando reina un espíritu iniciático, cualquier disciplina puede pasar de la aridez de una simple <materia> a una apertura a la profundidad de la vida que ella encierra”. También Eugen Herrigel supo explicarlo perfectamente en El zen en el arte del tiro con arco. Mediante la técnica se ejecuta el Ser, es decir, por el trabajo con lo corporal puede alcanzarse el espíritu y en esta transformación tiene una importancia básica la meditación, que bien puede relacionarse con mokusho, sin necesidad de darle a este un sentido religioso tradicional. Por la meditación mokusho se asienta el conocimiento para que así llegue a ser un formante natural del ser; en mokusho se deposita en nuestro inconsciente el trabajo realizado a lo largo de una sesión de práctica de la disciplina marcial.

Buda-de-Kamakura-Antonio-Joaquín-González            Después de un tiempo de duro entrenamiento, tomar el aire se transforma en una necesidad imperiosa que casi hace boquear. En mokusho, el ritmo respiratorio se tranquiliza, porque busca la calma absoluta después del torbellino de la tormenta.

La vida es respirar. Comenzamos nuestra andadura física con una primera inspiración, acompañada del llanto y ojala nuestra última expiración en el momento de la agonía vaya acompañada de una profunda sonrisa, así nuestra vida será algo que ha vencido al tiempo contando que es nuestra existencia.

Mokusho es el acercamiento a lo numinoso, a aquello que, de un modo u otro estremece, y lo que sobrecoge puede ser tanto la luz como la tiniebla, es necesario aceptar ambas posibilidades. En la oscuridad surge la necesidad de encontrar las energías que no han sido liberadas para llegar más allá de lo que marca lo cotidiano. Lo numinoso amenaza la realidad ordenada y vacía de espíritu en la que el hombre cree moverse con seguridad.

Aunque mediante mokusho se presta atención a los sentidos, más todavía cuando se realiza después de una práctica marcial que involucra a todo el cuerpo, hay que saber que en la meditación prestar atención no significa apegarse, ni apremiar la llegada del silencio mediante la crispación. Mokusho es un escalón más en el proceso del conocimiento, el necesario reposo de todo lo que se remueve en la práctica, para que en las aguas calmadas se deposite el fondo enriquecido, dejando, sin embargo, la mente transparente.

La meditación no consiste exclusivamente en un intento de abandonar el mundo dejando transcurrir el tiempo en un vacío desde el que nada puede ser generado. La meditación, más todavía cuando está relacionada con una práctica física y marcial, se transforma en un elemento más de esa misma disciplina. Y esto es un privilegio para los practicantes serios de un arte marcial. La meditación, cuando no es una excusa para abandonar el compromiso con el mundo, es una disciplina de adhesión a la vida, la búsqueda de una experiencia en el ser más profundo y de firmeza tanto en el valor como en la paciencia.

El tiempo de mokusho es la práctica del silencio, de la meditación, del sosiego después de la batalla, de la inmovilidad del cuerpo después de la acción. Es la consecución de una tranquilidad que acalla la agitación y aumenta el sentimiento vital. Es la alegría de haber sobrevivido a una batalla más. Ahora bien, todo ello no tiene que significar un aflojamiento, pues se trata de una calma activa que va más allá de los límites de nuestro cuerpo, agotado después de una sesión de entrenamiento. Para que en mokusho se consigan estas metas, se tiene que lograr una buena postura, una tensión sin agarrotamiento y una respiración centrada en ese centro vital que los japoneses denominan hara.

La buena posición de mokusho es aquella que nos lleva a sentirnos como una pirámide, bien asentada en el suelo, pero con una tensión ascendente hacia el cielo. Es necesario buscar en mokusho una postura que manifieste la confianza, una confianza que no requiere pruebas, pues está tanto en uno mismo como en la conciencia de saber que algo muy fuerte y esencial es nuestro apoyo y está en nuestro interior.

En la práctica del camino de la espada, esa seguridad que proviene del interior está expresada en la escuela de la no-espada, aquella que no necesita de desenvainar, ni necesita la espada, ni al guerrero pues es el camino el que se manifiesta sin necesidad de esfuerzo por parte del que sigue la senda interior. Mal asunto cuando un adepto a la práctica marcial tiene que usar directamente sus conocimientos, mal asunto porque siempre habrá dos perjudicados y porque en él habrá fallado ese sentido que se deposita en la brevedad del mokusho con el que concluye la sesión de práctica.

Kenzo-Awa-Antonio-Joaquín-GonzálezPara terminar, un motivo de meditación que bien podría servirnos para nuestro próximo encuentro con el uno mismo que debería ser mokusho

“El árbol empuja siempre sus raíces a una mayor profundidad y a una mayor extensión, mientras que su cima se alza siempre más libremente hacia el cielo” (Karlfried Graf Durckheim).

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Haiku

Almendro-Antonio-Joaquín-GonzálezLa primera flor.

En el invierno,

el almendro.

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Meditar, un viaje hacia la iniciación

(Sobre Meditar. Por qué y cómo. Hacia la vida iniciática. Karlfried Graf Dürckheim)

“La respuesta a la pregunta del ¿Por qué meditar? es: el viaje a lo iniciático. Esta respuesta hace de la íntima unión con el Ser divino inmanente a la esencia del hombre el centro de la vida humana. La finalidad de todo ejercicio es percibirlo y dar testimonio de Él en la vida cotidiana” Zafu-e-incienso-Antonio-Joaquín-GonzálezNacido en Munich en 1896 (murió en 1990), Karlfried Graf Dürckheim, como tantos millares de su tiempo, vivió directamente, pues participó en el frente, la I Guerra Mundial; pertenece, por lo tanto a esa generación de pensadores alemanes marcados por la brutalidad de una guerra de trincheras y destrucción, experiencia que marcó su visión del Ser Humano. El abanderado de esta época, sin duda, es Ernst Jünger. Dürckheim fue diplomático en Japón entre 1937 y 1947, años, desde luego, sumamente comprometidos políticamente, tanto que acabaría siendo encarcelado por orden del mando del ejército de ocupación, autoridad suprema en Japón en la década posterior a la derrota de 1945. Así pues, conoció directamente la cultura japonesa, la cual será una de las constantes en su obra: Japón: la cultura de la quietud, Hara. Centro Vital del hombre; El zen y nosotros; Meditar-Antonio-Joaquín-GonzálezLa gata prodigiosa … En ellas nos encontramos un análisis especialmente dedicado al ciudadano occidental, tanto de la meditación za-zen como de otras prácticas que, utilizando lo físico, trascendentalizan la disciplina. Es muy conveniente la lectura de Durckheim junto a la de otro autor alemán, Eugen Herrigel (El zen en el arte del tiro con arco) y, por supuesto, las nunca bastante alabadas obras de Daisetz T. Suzuki (sobre todo El zen y la cultura japonesa).

En Meditar. Por qué y cómo. Hacia la vida iniciática, por otra parte, se hace evidente la tradición cristiana en la que se formó el autor; de ahí esas referencias continuas a la búsqueda del Maestro Interior o del Ser manifestado en la Luz Crística que subyace en el interior del ser humano.

humo-Antonio-Joaquín-GonzálezA partir de 1950, Karlfried Graf Durckheim desarrolla su Escuela de Terapia Iniciática en el Centro de Todtmoos-Rütte en la Selva Negra. En los últimos años de su vida fue catedrático de Psicología y Filosofía en la Universidad de Kiel. Esta preocupación por la psicología trascendental e iniciática se hace evidente en la búsqueda del Ser esencial que continuamente se manifiesta en las palabras de este libro. Valga como ejemplo

“Cualesquiera que sean los poderes de destrucción que avanzan hoy hacia nosotros, desórdenes sociales, hundimientos económicos, destrucción atómica de la tierra, el SER divino, inaccesible a todas las catástrofes, espera que cada hombre lo descubra como su núcleo indestructible. Siempre que un hombre despierta al Ser Esencial y se compromete en el camino, el germen del SER divino que nace en una persona que llega a su madurez ilumina y transforma todo cuanto le rodea, sin que ningún desastre pueda extinguir su luz”. 

Karlfried-Graf-Durckheim-Antonio-Joaquín-GonzálezEl fin fundamental de la meditación es acceder al ser interno, experimentar al otro que es uno mismo. Se trata de un camino de liberación, ajeno a lo social, a lo político. Es la liberación de la esencia del uno mismo mediante el cambio radical en la forma de mirar lo profano. Ese camino conduce tanto a la manifestación del Ser como a la toma de conciencia de la luz de Cristo que es la luz de lo Absoluto, la chispa divina que, en su manifestación de la inteligencia, robó Prometeo a los dioses, o el soplo divino que transformó el barro modelado en hombre, o la fruta tomada del Árbol de la Ciencia gracias a la cual el animal devino en humano.

Por eso, la vía iniciática de contacto con el ser concluye en un punto ajeno a la humildad, por mucho que este sea uno de los principios morales que orienten al buscador en el recorrido de la Senda. Durckheim lo expresa en estas palabras: “del progreso iniciático nace una humildad totalmente distinta del sentido de la propia pequeñez en el seno del cosmos explorado, porque la realidad de una infinita grandeza se manifiesta a la nueva consciencia”.

Maestro-forjador-de-espadas-japonés-Antonio-Joaquín-GonzálezLa meditación es silencio, calma, recogimiento e interiorización, búsqueda de la oculta ruta que lleva al acceso a la trascendencia. La meditación puede encontrar uno de sus asideros en el análisis, en la espera del entendimiento profundo del contenido de un texto que se considera sagrado, y aquí lo sacro es aquello que el meditante considera como tal, porque son tantas las vías de manifestación del Ser, sea la Belleza, la Sabiduría o la Fuerza. La meditación también es movimiento, dedicación plena a un arte, la búsqueda de la maestría, de la perfección técnica. El autor nos hace ver cómo en un taller donde trabaja un artesano viejo se respira una atmósfera especial, la evidencia de algo diferente al espacio, al tiempo, a lo físico, en definitiva, la manifestación de algo trascendente, pues “el patrono de una profesión es quien acompaña al hombre en el ejercicio de su oficio y le protege en la desgracia”.

En realidad, la meditación viene a ser un instrumento fundamental en el acto que es la vida en plenitud desde una revolución total de la consciencia, desde una mirada distinta de la realidad, percibida por el iniciado desde unas sensaciones diferentes a las del hombre profano.

¿Cómo es el territorio al que conduce la meditación? Cuando ésta lleva por el camino iniciático y no se queda en una mera práctica de aquietamiento psíquico y físico (aunque estos también tengan su importancia), la meditación conduce a un paisaje de lo Absoluto, de plenitud de sentido y amor expresado en la Fuerza, el Orden y la percepción de la Unidad Universal, o, lo que es lo mismo, la manifestación de la Fuerza, la Sabiduría y la Belleza. Esta es la triple expresión del Ser que puede ser la conciencia, el ser sobrenatural divino que subyace en el ser humano, en un interior que no tiene por qué ser físico, o el Maestro Interior (al cual Durckheim dedicó un hermoso libro). Ser Sobrenatural, Crístico y también Ser Esencia, el Yo más puro, que es el Espíritu del Hombre emanado de lo más sagrado y sagrado en sí mismo. Esta es la Dignidad del Hombre de la que hablaba Pico della Mirandola; una dignidad que no puede ser ensuciada ni en contacto con lo más abyecto porque es pura luz.

La meditación va encaminada a poner el auténtico yo en el lugar que le corresponde; se trata de una vía iniciática cuya finalidad no es la destrucción en el vacío, sino la plenitud. No es un periplo fácil, desde luego, ni puede asegurarse que tenga un final, pues es perpetuo caminar. Así sucede también con la semilla que ha de romperse para así transformase en algo radicalmente distinto, que ya estaba en sí misma y que sigue siendo su ser, más fuerte y lleno de experiencia, pero ella misma. Así, el paisaje al que llega el meditante está regido por los principios de conocimiento y Libertad.

El hombre profano está dirigido por poderes ajenos, abandonarlos es lograr la libertad, pero también es perder la seguridad; por eso el camino iniciático es peligroso, aunque siempre en su recorrido el que transite por él será guiado por las fuerzas de lo trascendente que nunca han de abandonarlo, por oculta que permanezca su luz. Tanta es la libertad, que el meditante ha de ser capaz de dejar atrás hasta la herramienta que él consideraba como definidora de su ser humano, la conciencia racional. Ante ella, la conciencia iniciática está regida por la intuición que, al fin y al cabo, es un saber que va más allá del saber puesto que alcanza lo inconsciente y no se queda en las limitadas paredes que encierran la biblioteca de lo racional.

El reconocimiento que supone la llegada de la certeza del Ser Interior viene dado de la Revelación, pues “el contacto y la vida iniciáticos son el resultado de intervenciones y golpes del destino, así como el fruto de un incansable trabajo”. Después de tal Revelación no queda ninguna incertidumbre que haga vacilar, pues la experiencia mística es como el horno y el yunque que transforma el metal. El hombre iniciado, sin embargo, no tiene por qué ser un místico alejado de su mundo y de su ser, no pierde su ser esencial sino que lo integra a su persona.

Para el hombre iniciado, las circunstancias adversas son un instrumento de crecimiento, de progreso, sobre todo cuando al sufrimiento, que a diferencia del dolor puede ser evitable, se responde desde una firmeza que llegará a estar más allá del dolor y desde el heroísmo que se encuentra en la valentía interior.

Esta epopeya tiene su razón de ser en que para llegar a la luz absoluta hay que pasar por las tinieblas, o por una oscuridad que bien puede ser el descubrimiento, reflejado en el sufrimiento, de la ausencia de contacto con el ser esencial. El camino iniciático va hacia el Ser Esencia, que trasciende el mundo entendido desde la objetividad de la razón; se trata de recorrer un sendero interior, aunque en ese itinerario no sólo es el yo lo que cuenta, también es fundamental el tú, pues “todo encuentro auténtico del hombre, todo lo que posee una forma, le atrae y le habla, tiene la calidad de un tú. Cuanto más profundo sea este tú, con mayor fuerza se expresa a través de él su Ser esencial”.

Desde lo más profundo de su Ser, el hombre tiene dos tareas: ordenar el mundo en que vive para que éste sea cada vez más la expresión directa de los rasgos que definen lo absoluto (Belleza, Sabiduría, Fuerza) y la otra, más propia, pues atañe al sí mismo; madurar en el camino interior para dar testimonio del Ser Esencial, que no le es ajeno sino una manifestación que le rodea y de la que, desde su individualidad esencia, forma parte. Para alcanzar ambas obligaciones, el hombre iniciado –aquel que ha descubierto por propia experiencia la luz crística de su interioridad- ha de osar dar el salto hacia un vacío que no es un abismo sino el Todo.

publicaciones-Karlfried-Graf-Antonio-Joaquín-GonzálezEl hombre iniciado, aquel que ha sido objeto de la revelación trascendental, descubre el sentido profundo de las liturgias tradicionales y así recupera el sentido mistérico del hombre pre-racional, aquel que habita una naturaleza armónica que divide la esencia de lo humano entre el yo físico y lo demás como territorio ajeno. Este paso hacia lo trascendental es sumamente importante para el hombre occidental, el cual vive una gran tragedia, porque en ella radica también su grandeza. Esa gran tragedia está en su capacidad para razonar a la hora de explicar la realidad centrada exclusivamente en la forma; su capacidad de producir, desde la eficacia y el rendimiento, que le ha hecho dejar atrás la calidad de lo experimentado, en pos de la cantidad también forma parte de su gran drama. Esa indagación centrada exclusivamente en lo intelectual como herramienta para explicar el mundo que habita, le lleva a sumergirse más y más en la sombra, que, al fin y al cabo, es la materia cuando pierde la conciencia de su ser espiritual. La sombra está en la negación de lo natural, en la avidez, en la ignorancia, en la amargura de reconocer que ha pasado la existencia sin vivirla, en la represión de los sentimientos y de la sensorialidad que conduce a la desarmonía con la que el hombre occidental discurre por la vida. La vida sentida exclusivamente como eficacia, trabajo continuo, respeto a las leyes, sumisión al mundo del padre o del Estado. Esto también es la sombra.

El principal instrumento del que dispone el ser humano para desatar esos lazos que le unen a la sombra es la meditación, también entendida como búsqueda de la sencillez, de la sabiduría, del reconocimiento de lo que uno es para alcanzar el único perdón que vale, el perdón del uno mismo. También la meditación puede ser entendida como un descubrimiento de la capacidad creadora que similar a un esplendor yace en el interior de todo ser humano.

Toda creación exige el vacío logrado desde la tranquilidad interior y viva, meta de la auténtica meditación. En el vacío comienza a hablar aquello que no puede ser formulado por las palabras. Es sólo en el vacío donde puede surgir la voz de la propia individualidad que participa directamente del Ser Esencial, la energía sobre la que se fundamenta la vida. Un vacío que no es la nada, sino la libertad absoluta sin las fronteras del espacio y el tiempo. Esa libertad absoluta es precisamente lo que hace que el hombre iniciado sea incómodo para los demás, porque en él, aunque respete las reglas que rigen la existencia en sociedad de los ciudadanos, hay un alejamiento frío de aquello que no contribuye a encadenar al hombre a la que bien podríamos denominar como burocracia de la libertad o necesidad de buscar el sentimiento de ser libre. Esta incomodidad que nace en la presencia del hombre iniciado encuentra un cierto paralelismo en la rebeldía del pre-iniciado, con la diferencia de que ésta no es constructiva.círculo- enso-Antonio-Joaquín-González

Cruz
Ante una línea de horizonte
que es lo que llamamos vida,
en la vertical me asiento
del árbol que asciende hacia los cielos
y hunde sus raíces en lo más profundo.
Me alimento de luz,
también de la humedad oscura de la tierra;
pero estoy mirando
hacia un infinito que nunca se alcanza,
horizonte de extremidades extendidas
que abarcan la materia
para cerrarse en un abrazo,
círculo, sueño, vida,
todo, mirada, sensación…
La nada que respiro
es espíritu y cuerpo
comulgando en una mente
diáfana del centro de la cruz.

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DOJO KUN

Principios del Karate Kyokushin del Maestro Oyama

(Este artículo se ha publicado en la revista Kanku. Kyokushin-Kan, del Club Deportivo Karate Kan de Zaragoza. Si está interesado en verla completa o en descargarla gratuitamente:

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Dojo-Kun-Antonio-Joaquín-GonzálezToda asociación que nace con la voluntad de procurar el desarrollo del ser humano en su totalidad se plantea una serie de principios que guíen a la persona en ese camino tan valioso como es el del crecimiento interno. Casi podría decirse que estos códigos son tan antiguos como la civilización. Algunos se preocupan por reglamentar las relaciones entre los miembros de una comunidad, persiguiendo la idea de justicia correspondiente a la época en la que se ha procedido a su codificación (el Código de Hammurabi podría ser uno de los ejemplos más antiguos a los que hacer referencia), otros reglamentan las relaciones del acólito con su dios y otros pretenden marcar las normas que rigen el comportamiento de una determinada clase social. Entre estos últimos se encuentran los variados escritos o tradiciones orales que dirigen la vida de la clase guerrera japonesa (también existieron entre los caballeros cristianos, para los javanmard persas e incluso entre las asociaciones de las distintas culturas precolombinas). El Bushido es palabra procedente de la unión de dos conceptos, Bushi, o samurái, y do, camino en el sentido de recorrido vital hacia la perfección del ser interior. Es interesante destacar ahora la presencia de Michi, sinónimo de do en los Dojo kun del maestro Oyama.

Las circunstancias creadas por el devenir de la Historia van cambiando, y con ellas la mirada del ser humano tanto hacia su interioridad como hacia la relación con el otro. En el caso japonés se produce un cambio fundamental hacia finales del siglo XIX, con el comienzo de la Era Meiji (1868-1912) que abrió las fronteras del Imperio al exterior, hacia el desarrollo de la potencia que en la actualidad es Japón.

El Bushido, en los diversos tratados que lo ponen por escrito a lo largo de los siglos XVI a XVIII, se preocupa fundamentalmente de formar el espíritu de una clase guerrera desde la disciplina de la aceptación del servicio. Aunque esto no es exacto, casi podríamos decir que algunas cartillas de adoctrinamiento son manuales para el perfecto funcionario armado.

En 1905, Inazô Nitobe (1862-1933) escribe Bushido, el alma de Japón; en esta obra, el concepto de lo Marcial cambia radicalmente. Ya no es el servicio a la tiranía, sino la reglamentación de la vida desde unos fundamentos morales como son coraje, rectitud, cortesía, sinceridad, honor, lealtad hacia la esencia de la persona, propia o ajena. Así se inicia un humanismo de la vía marcial que seguirá progresando con las artes de combate desarrolladas en la modernidad. Jigorô Kanô había planteado ya su idea en Kôdôkan, escuela para el estudio del camino, en 1882, y esta es la base del judô. Gichin Funakoshi crea el modelo del karate Shotokan a partir de 1922 cuando publica su primer libro Ryu Kyu Kempo Tode. O Morihei Ueshiba, fundador del aikido. A partir de la década de 1930 también se produce una revisión de la historia de los principios del Bushido y de los samuráis. Hay que destacar aquí la novela de Eiji Yoshikawa (1892-1962) Musashi, publicada por entregas a partir de 1935. En ellas se relatan las aventuras de uno de los más importantes hombres de espada del siglo XVII, Miyamoto Musashi, autor de un texto básico para el conocimiento de las artes marciales como es el Libro de los cinco anillos. El maestro Masutatsu Oyama conoció en torno a 1950 a Eiji Yoshikawa y los preceptos que encontramos en sus obras están presentes, de alguna manera, en la elaboración de los Dojo Kun que reglamentan el comportamiento de aquel que quiera comprometerse y progresar en la vía que es el Karate Kyokushin.

Dojo Kun

1.- Dedicaremos todo nuestro esfuerzo al desarrollo espiritual, intelectual y físico.

2.- Nos mantendremos alerta en la búsqueda del verdadero camino del arte marcial, así como en las enseñanzas de nuestros maestros.

3.- Buscaremos con gran vigor cultivar un espíritu de abnegación.

4.- Observaremos las reglas de la cortesía, el respeto a nuestros superiores y nos abstendremos de la violencia.

5.- Nunca olvidaremos la verdadera virtud de la humildad.

6.- Nuestros únicos deseos serán buscar la sabiduría y la fuerza física y mental.

7.- A través de la disciplina del Karate Kyokushin buscaremos el completo y verdadero significado del CAMINO.do-kanji-Antonio-Joaquín-González            Aunque en próximos artículos analizaremos los principales temas que contienen estos fundamentos, no estaría de más que los enumeremos, porque en ellos está la línea que separa una pelea callejera de lo que es realmente la evolución en el transcurrir del camino: reconocimiento de los tres pilares sobre los que se asienta la condición humana (espíritu, mente y cuerpo), la práctica del arte marcial como un Camino que enraiza en las enseñanzas de los maestros, la abnegación como entrega y esfuerzo, la cortesía, el respeto, el querer apartarse de la violencia gratuita que animaliza al hombre y la búsqueda de la sabiduría y la fuerza tanto física como mental.

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Filosofía oculta y surrealismo

 Historia de la filosofía oculta de Alexandrian

Sarane-Alexandrian-Antonio-Joaquín-GonzálezSarane Alexandrian nació en Bagdad en 1927 y murió en Ivry sur Seine en 2009. Llegó a ser uno de los más importantes intelectuales del Surrealismo de cuyo creador, André Breton, fue secretario. Su compromiso con la estética surrealista se prolongó hasta sus últimos momentos. Entre sus obras hay que destacar especialmente dos: Historia de la literatura erótica (1989) e Historia de la filosofía oculta (1983).

Historia de la filosofía oculta es un buen instrumento para acercarse al conocimiento general del ocultismo. En sus páginas conocemos los principios básicos de la gnosis, la cábala, la aritmosofía, alquimia, diversas artes adivinatorias, la medicina hermética y la taumaturgia, con un capítulo final dedicado a la magia sexual. En los diversos capítulos, y prácticamente en orden cronológico, Alexandrian traza la línea de transmisión del hermetismo desde sus orígenes míticos hacia Grecia, con un interés posterior, muy marcado, por el resurgimiento de la filosofía oculta a partir del siglo XVIII con las enseñanzas de Martines de Pasqually.

Alexandrian considera que el pensamiento mágico, base del ocultismo, es un instrumento fundamental en la reparación del yo, en la búsqueda de una liberación y libertad que es base de la estética surrealista. En esa indagación en lo más profundo de lo humano, el surrealismo se acerca a principios que también están en los sistemas de comunicación mágica, entendida la magia como un estadio presimbólico del pensamiento. Ahí está la escritura automática y la elaboración de los símbolos oníricos.

Desde la cultura occidental contemporánea se han producido diversos acercamientos al pensamiento mágico que sustenta la filosofía ocultista. El primero de ellos desde el exotismo que llama la atención por lo otro al que no se respeta en su propia esencia. El análisis de Alexandrian busca el reconocimiento del pensamiento mágico que marca la filosofía oculta tradicional y para ello se aleja de toda visión exótica en pos de una historia del ocultismo occidental.A-Bretón-Heinrich-Antonio-Joaquín-González            Los datos contenidos en esta obra son fruto de un arduo trabajo emprendido hacia 1948, cuando el autor comenzó a inventariar los textos inéditos del Fondo Paulmy del Arsenal de la Biblioteca Nacional de Francia, empeñado, sobre todo, en la búsqueda de una “comprensión lúcida de lo incomprensible”.

No deja de ser curioso, al menos en un principio, esta relación de un surrealista con la filosofía ocultista. Alexandrian nos recuerda en su libro cómo en 1929, en el Segundo manifiesto del Surrealismo, André Breton defendía su misión estética relacionada plenamente con el pensamiento marxista, materialista y ateo. Sin embargo, en ese mismo manifiesto menciona a Cornelio Agrippa, al cual perfectamente podríamos señalar como origen del ocultismo occidental moderno. Para André Breton es asimilable la poesía a una especie de alquimia mental, la cual está representada en la metáfora surrealista que va más allá de la realidad hacia un significado trascendental.

La metáfora surrealista es hermética, su simbolismo, por tanto, es elaborado y, a la vez, busca cortar toda relación con la razón; entendida esta última en el sentido omnipotente que se le da a esta herramienta desde el racionalismo hasta su culminación en un cientifismo materialista y ajeno a los valores de lo propiamente humano (más allá de lo físico y lo químico).

Papus-Antonio-Joaquín-González            La línea histórica del ocultismo que sigue Alexandrian en este libro comienza con la Gnosis del siglo I d.C., como una reacción ante un cristianismo que atenta contra los principios tradicionales de la religión pagana mistérica. Este desarrollo cronológico se vería continuado en los textos de los grimorios medievales falsamente atribuidos a personalidades relacionadas de un modo u otro con el cristianismo: el rey Salomón, Alberto Magno, Honorio III papa o el monje ficticio Basileus Valentinus. El siguiente paso en la pervivencia del saber tradicional es la cábala del siglo XV mediante la cual se busca la conciliación del judaísmo y del cristianismo para encontrar el libro perdido de Adán, que es la palabra mágica de la creación. El momento culminante de este desarrollo llega en 1533 con la Philosophia Occulta de Heinrich Cornelius Agrippa von Netteischeim.

La filosofía oculta es ajena a los cauces oficiales de la cultura y se desarrolla fundamentalmente organizada en grupos independientes nacidos alrededor de la figura de un maestro, la Hermandad de la Rosa Cruz es una de las primeras manifestaciones en este sentido; otra será la Francmasonería desde Elias Ashmole (segunda mitad del siglo XVII) y desde el Libro de las Constituciones masónicas de James Anderson en 1723. El ocultismo llegará a otro de sus momentos álgidos en la segunda mitad del siglo XVIII, en fechas próximas a la Revolución Francesa, con la figura central de Martines de Pasqually y sus continuadores, tanto Willermoz, cabeza del Régimen Escocés Rectificado, como de Louis Claude de Saint-Martin. Lo siguiente será en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX con nombres como Fabre d’Olivet, Wronski, Eliphas Lévi, Saint Yves d’Alveydre, Stanislas de Guaita y Papus.Louis-Claude-de-Saint-Martin-Antonio-Joaquín-González

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Veinticinco Aniversario del Curso de Iaido y Kendo de Zaragoza

(Kajuki-Kanku-Asociación Kendo de Zaragoza)

Kendo_foto_Antonio_Joaquín_GonzálezDicen que el espíritu del samurái ha de ser como la profundidad del océano; en plena quietud, aunque en la superficie, las aguas se agiten en la mayor de las tempestades. En tal afirmación están implícitas la respiración en un proceso similar al de la meditación y la práctica marcial de la espada, un perpetuo caminar por el filo de la vida y la muerte, ambas entendidas en su trascendencia. Nadie piense que el practicante del arte marcial va buscando aquellos momentos en los que sus conocimientos se pongan en práctica. El desenvainar la espada es mucho más que eso.kendo_collage            ¿A qué fin estas palabras?

Pues, están ahí porque algunas veces hasta las más profundas aguas se mueven y esto puede ser para bien.

Sensei_Emilio_Gomez            Acabo de llegar de la primera jornada del Cursillo que cada año se celebra en Zaragoza, bueno, ahora en Huesca, dirigidas, en un principio por el sensei Emilio Gómez, ahora también, en iaido con el sensei Juan Tormo y por el que considero mi maestro en el camino de la espada, que es el de la vida, el sensei Antonio Gutiérrez. Por supuesto habría que mencionar a los que también compartieron el lugar del shomen y transmitieron sus conocimientos con la generosidad que les caracteriza desde hace años: Pepe Gil, Jesús González y Agustín de Miguel.

En efecto, desde el primer momento las aguas más profundas comenzaron a bullir para mover sentimientos, amistades, lugares, caras y nombres que no estaban perdidos en la memoria.

Es difícil explicar, para quien no lo haya sentido por haber estado allí, la atmósfera tan especial que se respira en un lugar como este y en tal circunstancia.kendo_2

Fue en la residencia y pabellón deportivo del IES Pirámide de Huesca; igual que en un tan lejano, pero tan presente 1991, en el dojo Kajuki de Zaragoza. Desde 2008 estas reuniones se vienen celebrando en Huesca.

No tuve oportunidad de estar en el primer cursillo impartido por el sensei Emilio Gómez en Zaragoza en 1990; asistí a unos, la vida me separó de otros.

Para mí, hoy es un motivo de orgullo, alegría y emociones el haber vuelto a participar en este encuentro en el que sólo los corazones han brillado más que las espadas.

            Domo arigatou gozaimashita y muchas felicidades por haber llegado a este 25 aniversario.

Nos vemos en el próximoSensei_Antonio_Gutierrez

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MASUTATSU “SOSAI” OYAMA

El origen del Karate Kyokushin

 (Este artículo se ha publicado en la revista Kanku. Kyokushin-Kan, del Club Deportivo Karate Kan de Zaragoza. Si está interesado en verla completa o en descargarla gratuitamente:

http://issuu.com/antoniojoaquin/docs/revista_kyokushinkai_2015

https://www.dropbox.com/s/fwz6vvuosqwb3g5/Revista%20kyokushinkai%202015.pdf?dOyama-Antonio-Joaquín-González

 Masutatsu Oyama nació el 12 de julio de 1923 en la Corea que había sido anexionada al imperio japonés (desde 1910 hasta 1945). Todavía niño fue enviado con su hermana a Manchuria (también territorio japonés desde septiembre de 1931). Allí, con nueve años, comenzó a practicar Kempo Shaku Riki (estilo de boxeo chino de las dieciocho técnicas) con el maestro Yi, trabajador en la granja de su hermana. A los doce años regresó a Corea y siguió su formación marcial en Taiken (o Chabi, una combinación de kempo y jiujitsu).

En marzo de 1938, Masutatsu Oyama llega a Japón, alistado en la Escuela de Aviación del Ejército Imperial en Yamanashi. Es en esta época cuando cambia su nombre de nacimiento (Choi Young Eui) por el japonés con el que es conocido.

Entró en contacto con el karate que, a partir de 1922, había comenzado a difundirse desde Okinawa gracias a la labor del maestro Gichin Funakoshi (1868-1957). Masutatsu Oyama empezó a entrenar este estilo, Karate Shotokan, en el Dojo de la Universidad de Takushoku. A los diecisiete años ya había obtenido el segundo dan y a lo veinte poseía el cuarto. A la vez, por este tiempo, también dedicó sus esfuerzos al estudio del judo. Durante dos años siguió las prácticas marciales de la Escuela Butokukai (Dai Nihon Butokukai, establecida en 1895, se prolongó hasta que fue prohibida por el ejército de ocupación estadounidense en 1945).

Sosai-Oyama2-Antonio-Joaquín-González            Terminada la guerra, Masutatsu Oyama continuó su entrenamiento con el maestro So Nei Chu, de origen coreano, que era conocido por su gran fuerza física y espiritual, discípulo directo y sucesor del fundador de la escuela de karate Goju Ryu, el maestro Chojun Miyagi. Fue So Nei Chu quien sugirió a Oyama que se retirase a la montaña de Minobu para seguir el camino del sugyosha (el que busca el conocimiento marcial). Así lo hizo. Masutatsu Oyama permaneció durante catorce meses aislado, en un principio acompañado por otro estudiante que se retiró, incapaz de resistir la dureza del entrenamiento.

No le fue posible prolongar su aislamiento tanto tiempo como hubiese deseado. Así, en 1947, Masutatsu Oyama se presentó al Encuentro Nacional de Artes Marciales en Kyoto y quedó campeón en Karate. No estaba satisfecho, sin embargo, con su progreso. En un principio había pensado que su formación en la montaña se alargase durante tres años; por ello, cuando surgió la oportunidad volvió a recluirse en Kiyozumi. Allí siguió una férrea disciplina que incluía meditaciones en las cascadas de agua helada (Misogi, un antiguo ritual sintoísta) y prácticas de más de doce horas. Aquella experiencia, evidentemente, trascendía lo físico. Así permaneció durante dieciocho meses.

Alrededor de 1950, Masutatsu Oyama comenzó a mostrar su destreza y fuerza combatiendo con toros que iban a ser sacrificados en el matadero. En los años siguientes presentó su estilo de karate, denominado Oyama Ryu Karate Jitsu, en diversas exhibiciones que lo llevarían hasta Estados Unidos. Combates continuos en los que resultaba vencedor por la aplicación casi exclusivamente de la técnica de puño, siguiendo la práctica tradicional del Ichi geki hissatsu –un golpe, una vida-.

oyamayamaguchi-Antonio-Joaquín-González            A finales de la década de 1950, Oyama, defendiéndose contra un atacante armado con un cuchillo, le fracturó el cráneo de un golpe. La justicia consideró el hecho como un homicidio involuntario y fue exculpado por haber actuado en defensa propia, sin embargo, el suceso le provocó una profunda reflexión sobre la capacidad del karate para causar la muerte.

Sosai Oyama abrió su primer dojo en Tokio en 1953. Pese a la severidad de su entrenamiento –pues se combatía a contacto pleno, jissen kumite-, en 1957 ya practicaban en su escuela unos setecientos estudiantes. En 1958 publica su primer libro ¿Qué es el karate? que fue un gran éxito de ventas. Su estilo estaba marcado por una evolución continua, buscando la máxima eficacia en el combate real. El primer dojo de este estilo fuera de Japón comenzó su trayectoria en 1957 en Hawaii, bajo la responsabilidad de Bobby Lowe.

La historia oficial del Karate Kyokushinkai comienza en junio de 1964 con la apertura de la primera sede de carácter internacional.

Sosai Oyama falleció el 26 de abril de 1994 dejando un importante legado, fundamental para el desarrollo de las artes marciales.maestro-Antonio-Joaquín-González

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